Hoy en día para atraer el talento a una organización no basta con ofrecer un salario competitivo. Los trabajadores realizan muchas veces a la empresa determinadas peticiones que no tienen que ver con su sueldo. Se trata de hacer mejor su trabajo, pero también tienen que ver con la conciliación de vida laboral y personal.
Partimos siempre de la premisa de que el trabajador tiene que tener un salario para cubrir sus necesidades básicas. Si esto no se cumple, simplemente su principal preocupación o petición será tener más ingresos para llegar a fin de mes, y el resto será secundario.
1. Mejores herramientas para ser más competitivos
No hay nada que moleste más que tener que hacer las cosas dos veces por trabajar con herramientas ineficientes. Y lo peor de todo es que muchas veces la empresa lo sabe, pero prefiere que el trabajo salga cuando existen picos a base de echar horas, que muchas veces ni se pagan ni se compensan.
Al final nos hace ir más lentos, acaba por crear un estrés innecesario. Sabes que la misma tarea con una herramienta un poco mejor ya estaría acabada. En muchos casos la frustración es mayor, sobre todo si el trabajador cuenta con herramientas personales mejores de las que le facilita la empresa. Y esto se puede aplicar desde un ordenador a un smartphone o una máquina de taladrar.
2. Estabilidad laboral a medio plazo
Uno de los factores fundamentales para trabajar mejor tiene que ver con la estabilidad laboral a medio plazo. Si no sabemos dónde vamos a estar la próxima semana o el mes siguiente, si vamos a tener trabajo o no, el compromiso que el trabajador adquiere con la empresa nunca puede ser tan fuerte.
En nuestro país la mayor parte de las empresas son micropymes, entre uno y diez empleados, donde el compromiso que se establece entre que vaya bien a unos y a otros es fuerte. Pero si sólo tenemos contratos por horas por unos pocos días, será complicado que los empleados de lo mejor de sí mismos.
3. Flexibilidad de horarios
Entrar una hora más tarde a trabajar o una hora antes puede significar un ahorro importante, en guarderías, en gasolina al no coger atascos, etc. Ejemplos hay muchos en función de nuestra forma de vida y circunstancias personales. Pero lo cierto es que la flexibilidad horaria o la posibilidad de trabajar desde casa puntualmente es algo que cada vez demandan más los trabajadores a las empresas.
4. Formación continuada
Al igual que ocurre con las mejoras en las herramientas, las mejoras en la formación, una mayor capacitación laboral, facilita llevar a cabo el trabajo con más eficacia. Aquí el caballo de batalla muchas veces está en quién se hace cargo de estos costes de formación o si las horas en las que se realizan computan o no como tiempo de trabajo.
Si la empresa no ofrece planes y soluciones adecuadas muchas veces la formación se busca fuera de la misma. Algunas empresas piensan que la inversión que han realizado en formación se puede perder si el trabajador cambia de empresa. Aquí habría mucho que aprender del modelo nórdico, donde la formación de los empleados es uno de los puntales para su economía.
5. No ocultar datos en la empresa
Muchas organizaciones no dan a los empleados toda la información que necesitan cuando les asignan un proyecto o tarea. No hablamos aquí de datos financieros o estratégicos del rumbo que tiene que tomar la empresa, sino más bien de dar la información mínima para llevar a cabo la tarea, que muchas veces no es suficiente.
Y lógicamente cuanto más complejo es el problema a resolver, más datos se necesitan. Por esto mismo muchas veces el trabajador no puede plantear una solución adecuada. Y cuando pide ayuda a un responsable que tiene más datos y una visión más global plantea caminos diferentes. Esto supone un problema porque al final es muy frustrante pensar que nos hemos estado dando cabezazos contra un muro y teníamos una puerta abierta justo al lado que no sabíamos que existía.
6. Protección ante los clientes
Cuando las cosas no salen tal y como habíamos planificado lo sufre el cliente, que se vuelve contra nosotros. Incluso aunque en última instancia el responsable de dichos problemas sea el propio cliente. Achacar el fracaso a otro es un clásico y una forma de eludir responsabilidades. Al fin y al cabo se aplica aquello de yo pago y yo mando o el cliente siempre tiene la razón.
Es aquí cuando el trabajador reclama la protección de la empresa. Un responsable que se plante delante del cliente y diga que nuestro trabajo ha sido impecable, que el problema es suyo por no pasar la información a tiempo, etc. Esto no implica que después si dicho responsable nos tiene que pegar un tirón de orejas porque no hemos sabido detectar a tiempo el problema nos lo pegue.
7. Autonomía
A la hora de realizar los trabajos siempre es bueno tener un poco de autonomía. Se fijan unas pautas, pero hay margen de maniobra para que el trabajo se realice de forma autónoma. Esto no implica que no exista una supervisión del mismo o que no se preste apoyo en caso necesario, pero si que el el trabajador tiene margen de decisión sobre determinados puntos.
8. Desconexión al acabar el día
Si no estamos de guardia, no tienen que estar llamándonos clientes, cuando hemos llegado a casa tener que contestar un correo electrónico o un mensaje de WhatsApp de nuestro jefe. Al final todos necesitamos desconectar. Pero también se trata de mantener el trabajo donde tiene que estar y que toda nuestra vida no gire alrededor del mismo.
Todas estas demandas de los trabajadores a la empresa en la mayoría de las ocasiones van enfocadas a dar un mejor servicio al cliente final. Lo malo es que en la mayoría de los casos, choca con la política de mantener gastos de explotación bajos o simplemente con la cultura del Don Tancredo que tanto daño ha hecho a la innovación en la empresa.
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