
El desempleo entre los mayores de 50 años en España sigue aumentando y todo apunta que se ha consolidado como un problema estructural en el mercado laboral. Según datos del SEPE, el 57,8 % de los desempleados en el país superan esa edad, lo que refleja las dificultades que enfrenta el colectivo para reincorporarse a un puesto de trabajo.
Esta cifra ha crecido en los últimos años y afecta tanto a hombres como a mujeres (y el Gobierno ha empezado a hacer hincapié), aunque con mayor incidencia en determinados sectores. Así, la digitalización y la automatización han reducido la demanda de perfiles con amplia experiencia pero sin habilidades tecnológicas actualizadas.
Menos oportunidades
SIn embargo, la discriminación por edad es uno de los principales factores que explican esta situación. Muchas empresas priorizan la contratación de trabajadores más jóvenes o perfiles "junior", dejando a los mayores de 50 años en una posición vulnerable.
Además, la obsolescencia de algunas competencias y la falta de formación continua dificultan su competitividad en el mercado laboral actual. A esto se suma el uso frecuente de prejubilaciones y despidos colectivos, que afectan de manera desproporcionada a este segmento de la población activa.
El impacto del desempleo en este colectivo no solo es individual, sino que también repercute en la economía y el sistema de protección social. En enero de 2025, el gasto en prestaciones por desempleo alcanzó los 2.215 millones de euros, un 6,5 % más que en el mismo periodo del año anterior. Un millón de parados de más de 52 años componen el grueso del problema.
Para hacer frente a este problema, el Gobierno ha puesto en marcha diversas medidas dirigidas a fomentar la reinserción laboral de los mayores de 50 años. Una de ellas es el subsidio para desempleados mayores de 52 años, que permite cotizar para la jubilación mientras se recibe una ayuda económica.
En la misma línea, existen bonificaciones para las empresas que contraten a trabajadores de este grupo de edad, con incentivos de hasta 128 euros mensuales durante tres años.
También se han impulsado programas de formación y reciclaje profesional, como el Programa SARA, dirigido a mejorar la empleabilidad de mujeres mayores de 45 años.
Edadismo y sectores
La discriminación por edades en el mercado laboral es una realidad que afecta a cientos de miles de personas. La prensa ha recogido algunos casos, como el de Susana Menéndez, una mujer de 60 años con tres carreras y tres másteres, pero sin empleo, o el de Abigail Bustabad Arribí, la única de su promoción de FP sin trabajo a sus 49 años, ponen en evidencia estas barreras.
Además, en sectores como la hostelería, se han registrado casos donde los empresarios prefieren contratar a personas más jóvenes, ignorando la experiencia y habilidades de trabajadores mayores.
A pesar de estas iniciativas, los expertos advierten que aún queda mucho por hacer para reducir el desempleo en este colectivo. Desde sindicatos como UGT se ha reclamado la necesidad de ampliar las políticas activas de empleo y reforzar los incentivos a la contratación de trabajadores mayores.
El desafío de la inserción laboral de los mayores de 50 años sigue siendo una tarea pendiente en el mercado laboral español. La combinación de políticas públicas efectivas, incentivos económicos y programas de formación puede contribuir a revertir esta tendencia y garantizar una mayor igualdad de oportunidades para todos los trabajadores.
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