
El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) se ha disparado en los últimos siete años, con un aumento sostenido de más de un 60 % entre 2018 y 2025. Hoy, el SMI alcanza los 1.184 euros mensuales.
Los porcentajes son menores si hablamos de sueldos medios, que se han incrementado en menor medida en estas dos décadas. Todo ello, ha llevado a que el SMI represente más del 71 % del salario medio en las pequeñas y medianas empresas (pymes), una situación sin precedentes que está generando preocupación en el tejido empresarial español.
Impacto en la pyme
Las pymes constituyen el 99,8 % del tejido productivo en España. Si bien, representan poco más del 62 % del VAB (Valor Añadido Bruto), según Industria y PYME del Gobierno español.
En cualquier caso, una amplia mayoría de los españoles dependen de la actividad económica de las pymes, habiendo encontrado notables escollos a medida que las cotizaciones sociales han subido y la jornada laboral se ha empezado a reducir por ley.
Hoy, el SMI de 1.184 euros supone el 70 % del salario medio ordinario de jornada completa en estas empresas. Este desajuste entre el SMI y los salarios medios está ejerciendo una presión significativa sobre las pymes, que enfrentan dificultades para absorber el incremento de los costes laborales sin comprometer su viabilidad económica.
Como puntos fundamentales, desde Europa se ha matizado con anterioridad que el SMI debería no ser superior al 60 % de los salarios medios; no obstante, en gran parte de los estados miembros, el SMI permite un mínimo coste de vida, lo que no está ocurriendo en España, donde apenas el salario medio alcanza para poder costearse la vida en las grandes ciudades.
En este sentido, el último informe de Cepyme (Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa), las microempresas han dejado de crear, aproximadamente, 350.000 empleos desde 2018 debido a las sucesivas subidas del SMI. Este dato refleja cómo el aumento de los costes laborales puede limitar la capacidad de las pymes para generar empleo.
La letra pequeña
Sin embargo, el argumento viene con algún "pero" detrás. Así, si bien el SMI ha experimentado un crecimiento de más del 61 % desde 2018, mientras que los salarios medios en las pymes han mostrado un estancamiento preocupante.
Entre 2008 y 2022, estos salarios crecieron menos del 25 %, lo que indica una desconexión entre el salario mínimo y la remuneración promedio en las pequeñas empresas. Este estancamiento puede atribuirse a varios factores, entre ellos la baja productividad y la estructura empresarial caracterizada por microempresas con escasa capacidad de inversión en capital humano.
La cuestión no es solo el dato en sí, sino las preguntas que surgen a partir de él: ¿están realmente aumentando los ingresos de los trabajadores o los salarios medios llevan tiempo estancados? ¿Debería el Gobierno ser más cauteloso con nuevas subidas o, con el coste de vida actual, no hay margen para frenar esta tendencia? ¿Sería viable ajustar el salario mínimo en función de cada comunidad autónoma, como ocurre en otros países?
A pesar de los incrementos, el SMI sigue sin garantizar una vida digna en muchas zonas de España, especialmente en ciudades como Madrid y Barcelona, donde el alquiler supera los 1.200 euros mensuales, haciendo imposible costearlo sin compartir vivienda. Los análisis más recientes (por ejemplo, Idealista o BBVA Research) señalan que el gasto mínimo para vivir de forma independiente oscila entre 1.500 y 1.800 euros al mes, una cifra inalcanzable no solo para quienes perciben el salario mínimo, sino también para muchos que ganan algo más.
El SMI supera ya el 70% del sueldo medio en las pymes y la patronal acusa al Gobierno de impedir la creación de 350.000 empleos
— Jon González (@Jongonzlz) February 17, 2025
El umbral del 60% fijado por la Carta Social Europea se rebasa en hasta 13 comunidades autónomas
Por @CrisAlonsoGhttps://t.co/NPb3Qi7zjC pic.twitter.com/nihoWyt5sz
Para abordar esta problemática, es esencial considerar políticas que fomenten el crecimiento salarial de manera sostenible, como incentivos fiscales, programas de formación para mejorar la productividad y medidas que reduzcan la carga de las cotizaciones sociales para las pequeñas empresas.
Sin embargo, aunque la visión de la ATA, la CEOE y Cepyme, como principales organizaciones empresariales, está clara (no seguir cargando las cotizaciones y la mejora de la productividad a hombros de las pymes), también se percibe cómo la estructura empresarial española, además de ser poco flexible y modernizable, se encuentra vinculada a sectores de escaso rendimiento, como la construcción y la hostelería, donde la creación de empleo se da en perfiles sin apenas cualificación en los que prima el SMI.
Más cotizaciones, mismos sueldos
La otra cara de la moneda está en la mayor carga en términos de cotizaciones sociales. Si hacemos un cálculo rápido, estas contribuciones representan, aproximadamente, un 30 % adicional sobre el salario bruto del empleado, lo que ha incrementado notablemente los costes laborales totales de las empresas debido a que estamos hablando de que, en 2018, el SMI estaba en los 735,90 frente a los 1.000 euros de 2022 y los 1.184 de 2024.
Según el informe de Cepyme, recogido por El Mundo, se ha estimado un aumento de hasta un 80,7 % desde 2016, según sus cálculos (salarios más costes sociales). Además, las recientes reformas por parte del Ejecutivo han aumentado las cotizaciones con el objeto de reforzar los ingresos del sistema de Seguridad Social, en gran parte, debido a la carga de las pensiones de la generación baby boomer.
En este panorama, por ejemplo, también se entiende la aprobación de la tributación del IRPF a partir del SMI. La Comisión Europea alertaba hace apenas un año que bastaba un salario mínimo de 955 euros, y varios economistas han matizado que era cuestión de tiempo que todos los salarios quedasen sujetos a impuestos (si bien, solo afectará a un 20 % de los trabajadores que cobren SMI, en la práctica).
En conclusión, el incremento del SMI busca mejorar las condiciones de los trabajadores (y su poder adquisitivo, en un contexto de crisis inflacionaria y un alto coste de vida, además), pero el impacto en las pymes empieza a resultar cada vez más difícil de sostener.
La reducción de cargas fiscales para las pequeñas empresas y las medidas de apoyo a la productividad empresarial podrían ayudar a crear empleo de mayor cualificación; sin embargo, con el modelo laboral mayoritario hemos topado, y no va a ser fácil un cambio.
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