Desde que el famoso economista inglés John Maynard Keynes publicase su famosa "Teoría General del empleo, el interés y el dinero" con el objetivo de dar solución al crack de 1929, los teóricos de la economía han venido debatiendo entre dos teorías contrapuestas: quienes consideran que las crisis se solucionan aumentando la demanda y, por tanto, es necesario que las familias ganen más, y quienes creen que es un problema de intervención estatal y lo que hay que hacer es no ponerle trabas al emprendimiento y, de ser posible, rebajar los costes empresariales.
Esta batalla entre keynesianos y liberales alcanza su punto culminante cuando hablamos de los trabajadores por cuenta propia, los autónomos. Tres millones de personas en España es un colectivo demasiado grande como para generalizar, pero lo cierto es que se trata de un grupo de personas a los que los partidos políticos, y más con la cercanía de las Elecciones Generales, están prestando gran atención.
Sea como fuere, los continuos aumentos en la base mínima de cotización no ayudan. En 2016, pasará a ser de 893,10 euros, casi un 1% más que en 2015, y la cuota mensual a pagar a la Seguridad Social será de algo más de 266 euros, con independencia de los ingresos del autónomo. Así, si un autónomo ingresa menos de esa cantidad, tendrá que pagar por trabajar, literalmente. Y eso sin contar IVA e IRPF.
Algunos economistas achacan este problema a la insuficiente demanda. Si el propietario de un bar consigue más ingresos porque la gente gasta más dinero en su establecimiento, la cuota mensual no sería un problema. Un argumento tan contundente al que prácticamente no se le puede poner ninguna objeción.
Sin embargo, lo cierto es que los aumentos de consumo no han ido aparejados de aumentos en el mismo sentido y proporción de la demanda interna. En agosto de 2015, pese al gran crecimiento del consumo (crece en tasa interanual al 3,5%), las importaciones crecieron un 5%. Esto evidencia uno de los mayores problemas estructurales de la economía española: crecimientos en la renta de los hogares provocan crecimientos mayores en las compras fuera de España, lo que provoca un aumento del déficit comercial, una de las causas de la crisis económica española.
Dicho de un modo más sencillo, los autónomos españoles, por desgracia, casi no perciben los aumentos de demanda. Así, si bien la generalización nunca es correcta (y son muchos los autónomos que facturan más de la mano de la recuperación económica), lo cierto es que los elevados costes sociales y fiscales (muy por encima de la media europea) ahogan a los emprendedores españoles.
En Pymes y Autónomos | España sigue siendo un mal país para hacer negocios
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