Desde aquí hemos hablado en varias ocasiones de graves deficiencias que llevan a las pymes al fracaso, en unos casos son problemas de gestión, otros de planificación, de estrategia, etc. Sin embargo ahora no quiero referirme a este tipo de errores, lo que pretendo es hacer hincapié en otro tipo de situaciones, a lo mejor más culturales o de base, que suelen ser muy habituales y que, al final, pueden resultar tan fatales como los otros.
Empezamos por la creecia tan común que tienen los empresarios de que el dinero de mi empresa es mi dinero. En no pocas ocasiones, el empresario suele "confundir" el dinero de la empresa con el suyo propio y va asaltando la caja en función de sus necesidades, o pasa cargos a la cuenta de la empresa de gastos privados y que nada tienen que ver con el negocio, al final la empresa se va descapitalizando poco a poco.
Otro error muy común es pensar que cuanto más se vende, más beneficios se obtienen. Lo importante es manejar bien los márgenes comerciales y controlar la morosidad, de poco sirve vender mucho si no rentabilizamos las ventas o no somos capaces de cobrar a nuestros clientes, no vale vender mucho sino vender bien y cobrar.
Esto va viento en popa, ahora a vivir. En muchas ocasiones, el empresario pone un afan enorme en las fases iniciales del negocio, sin embargo, cuando se empiezan a ver los resultados, se tiende a olvidar el esfuerzo que ha costado llegar hasta allí y que mantenerse cuesta tanto o más que llegar. La llegada de un compentidor, el cambio en las condiciones del mercado ... hay muchas circunstancias que hacen que el mundo de los negocios no funcione solo, por eso no podemos dormirnos en los laureles.
Este cliente ya es mío, a por otro. El coste de aumentar la cartera de cliente es enorme, por eso debemos hacer un esfuerzo porque, una vez que están con nosotros, no se vayan. Muchas empresas ponen tanto afán por conseguir nuevos clientes que descuidan la atención de los que ya tienen y eso es una mala estrategia porque los cliente se van con más facilidad que con la que llegan.
A trabajar, que para eso os pago. Independientemente que la responsabilidad de dirigir una empresa lleva implícito un cierto principio de autoridad sobre los trabajadores, no es conveniente utilizar esa autoridad para convertirla en autoritarismo. Está comprobado que la productividad de los trabajadores es mayor en un entorno motivador, el látigo no suele ser efectivo.
En Pymes y Autónomos | Cómo hundir a una empresa: Errores estratégicos que debemos evitar (I), Cómo hundir a una empresa: Errores estratégicos que debemos evitar (II) Imagen | CyboRoZ