Durante la fase de parón de la economía por el COVID muchas empresas optaron por aplazar pagos, solicitar créditos con el objetivo de ganar liquidez y tiempo. Pero la realidad es que todos sabíamos que esto iba a acabar más pronto que tarde y con la vuelta a la normalidad, con las aperturas a muchos se les acaba el tiempo y tienen que pensar como empezar a pagar y cumplir con sus obligaciones.
Con la vuelta a la actividad de la Agencia Tributaria muchos han visto como los aplazamientos que tenían solicitados de IVA se han empezado a cobrar. Y se quejan de que llega en el momento más inoportuno. Pero hay que recordar que las empresas en su mayoría son agentes recaudadores de este impuesto. Compran productos y consumen servicios que están gravados con IVA, pero a su vez venden o prestan servicios a los que también se aplica dicho impuesto y que los consumidores pagan. Y en algún momento tienen que liquidar esa diferencia.
Es un mal momento, pero quizás muchos tienen que pensar en un cambio cultural. El IVA que paga el cliente no se debería utilizar como dinero de caja de la empresa. No se está pidiendo que paguen nada que no hayan recaudado antes. Pero lo cierto es que muchos autónomos y pequeñas empresas no tienen esta mentalidad. Lo que tengo en mi caja es mío. Si ya algunos confunden facturación con beneficio, no se puede pedir mucho más.
Lo mismo ocurre con los créditos ICO que se han pedido. Ha sido un alivio, pero hay que empezar a devolver este dinero y para ello es imprescindible facturar. Este es el principal problema de muchos sectores. Que la nueva normalidad no va a tener el mismo volumen de facturación que el año 2019. Y por aquí empiezan los problemas de muchas empresas. Especialmente aquellas estuvieran menos solventes en años atrás.
Y todo esto con menos turistas, menos dinero en el bolsillo de los consumidores que han sufrido ERTE o no han podido encontrar ese trabajo de temporada que les salvaba el año. La recuperación en determinados sectores será a medio plazo, más en 2021 o 2022 que en este año. Si hay suerte y la financiación de Europa llega pronto se podrá inyectar liquidez en la economía para que las empresas se mantengan a flote y no quiebren, pero poco más.