A la hora de establecer un plan de carrera muchas empresas buscan promocionar a mandos intermedios o puestos superiores a empleados que están un punto por debajo en el escalafón. Es una buena política para incentivar a los trabajadores, saber que no han tocado techo. Pero se corre el riesgo que el jefe se sienta más cómodo con el trabajo de empleado que el de responsable.
Ascender significa que se ha demostrado su capacidad para ejecutar unas tareas que le han asignado. Pero al pasar al siguiente nivel muchas veces es él quien debe repartir estas tareas y coordinar a todo el grupo para que puedan ejecutarlas correctamente. Un trabajo totalmente diferente al que ejecutaban anteriormente.
Cuando las cosas se van torciendo o hay un empleado que se atasca, su misión es ayudarle a sacar dicha tarea adelante. Pero a veces se confunde y es él quién asume esta responsabilidad y se pone a realizar el trabajo. Está cómodo con la ejecución de estas tareas que ha realizado durante años. Pero esto tiene un coste de oportunidad.
Y la coordinación es necesaria, la labor de supervisión es necesaria y si estamos trabajando no podemos ocuparnos de ello. Parece que si el jefe no se pone a ello el trabajo no sale. Pero la realidad es otra. Se avanza en una tarea concreta, pero otras muchas se retrasan, porque hay gente parada o que tiene que perder tiempo preguntando cómo hacer tal y cual cosa...
O unas partes del proyecto van mucho más avanzadas que otras y al final la fecha de entrega queda determinada por aquellos que van más retrasados. El jefe no está haciendo su trabajo. Está procrastiando, porque la tarea que le resulta menos agradable, esa coordinación, no la está ejerciendo.
Cada miembro en la empresa tiene que ocuparse de unas tareas determinadas. Lo que no puede ocurrir es que cobremos como jefes y trabajemos como empleados y viceversa. Empleados que tienen que asumir las funciones que el jefe deja de hacer. Porque los roles de cada uno tienen que estar bien definidos.