En los años 50, el sueño de Elizabeth Zott de ser científica está lleno de obstáculos debido a una sociedad que sentencia que las mujeres pertenecen a la esfera doméstica.
Cocina con química no va de peinados y vestidos bonitos, ni es solo una historia de amor. Los guionistas han sabido jugar con los ingredientes para que el sabor que nos quede al final sea entre amargo y dulce, lo mismo que conllevaba ser mujer en un tiempo donde hacerse un hueco en el mundo laboral era una lucha basada en la resiliencia.
Qué nos enseña Cocina con química sobre el machismo en la década de los 50
Para empezar, la ausencia de unión entre las mujeres. La protagonista que está a un paso de lograr su doctorado en Química, debe renunciar a él porque se niega, por petición de otra mujer, a no denunciar a un hombre que intenta agredirla.
Aunque trabaja en un laboratorio como técnica, sus compañeros varones no la aceptan ni respetan, pero las mujeres tampoco. Tan solo cuenta con el apoyo de una mujer licenciada en Derecho que no ejerce porque su papel de madre y ama de casa se lo impiden.
Esta serie, basada en el libro Lecciones de Química de Bonnie Garmus, se caracteriza por dos hechos: los hombres no son (todos) los malos, las mujeres no son (todas) las buenas.
El machismo hay que combatirlo a diario a base de trabajo y haciendo piña con otra mujer que sea igual de rara que tú, en este caso su vecina negra que además tiene un ingrediente más para añadir a su causa, el color de su piel.
Cambiar da miedo, pero la vida va de eso
Esta frase la pronunció la escritora de Lecciones de química. Si la trasladamos al tema del machismo y el mercado laboral, obviamente en este 2024 que acabamos de estrenar existen derechos que antaño las mujeres no tenían, pero los miedos siguen presentes.
El miedo es libre y lo que nos enseña Cocina con química, es a no rendirse a pesar de que tanto en el terreno personal como profesional nada sea fácil. La ley del esfuerzo está presente en cada minuto del metraje.
Una química puede (y debe) trabajar en lo que sea para pagar las facturas, de hecho, esto podríamos trasladarlo a nuestra época y no resultaría tan chocante.
Si hay algo que se respira durante los ocho capítulos es superación y coraje. Un rasgo de la personalidad de la protagonista (Brie Larson) es su escasa habilidad para las relaciones sociales y el poco interés que tiene en casarse o tener hijos, algo aceptable en estos momentos, aunque queden voces que señalan a estas mujeres.
Una serie feminista que tiene como aliados a algunos hombres
El personaje de Elizabeth Zott es poderoso, feminista e independiente y a la vez, provoca cierta antipatía precisamente por estas razones. Su actitud y determinación pueden generar ese rechazo porque una mujer con preparación académica y profesional, en ocasiones, no sólo asusta, sino que desconcierta.
Serán muchos los hombres que se crucen en su vida los que le pongan la zancadilla, se burlen o la traten con condescendencia, algo habitual en ciertos sectores a día de hoy, pero a esos se enfrentará con hechos y pocas palabras.
Los buenos y escasos hombres que la apoyan, al principio no pueden llegar a entender su lucha cuando lo cómodo y lo establecido para la mujer resulta más fácil.
Sin duda, Cocina con química nos ofrece una lección en cada episodio. Algunas críticas la tachan de valiente, otras de que podría haber dado un paso más y enarbolar más fuerte la bandera del feminismo, pero como en la vida misma, la protagonista tiene tantos frentes abiertos que sólo su lucha diaria ya es todo un logro para el feminismo real.