Hace casi seis meses, el Secretario General del sindicato CCOO, Ignacio Fernández Toxo, al ser reelegido al frente de uno de los sindicatos mayoritarios en España, decía que el paradigma del empleo no es el emprendimiento, sino que sigue siendo el trabajo asalariado, ante los aplausos de 750 delegados que asistían al Congreso.
Desde luego, entiendo que los sindicatos tengan que defender sus intereses particulares que no dejan de ser los intereses del conjunto de trabajadores por cuenta ajena. Sin embargo, en muchas ocasiones se olvida que quienes crean puestos de trabajo son las empresas y que, sin ellas, hablaríamos de destrucción de riqueza y tasas de paro mucho mayores a las que tenemos en la actualidad.
Es un hecho que la figura del empresario está totalmente degradada en España. Sus detractores argumentan que, en muchas ocasiones, los empresarios tienen una necesidad obsesiva por la persecución de la máxima rentabilidad para su negocio sin tener en cuenta los sentimientos o situaciones personales de sus empleados.
Sin embargo, debemos tener clara una cosa: el empresario arriesga una parte de su capital para obtener el máximo beneficio posible. Sin esta condición, no habría inversión y si no hay inversión, no existe creación de riqueza y, por tanto, contratación. De hecho, esa búsqueda del máximo beneficio redunda en un mayor crecimiento empresarial y, por tanto, en un mayor empleo.
Desde luego que todo ello ha de estar sometido a la legislación laboral y a unas determinadas reglas del juego para facilitar la relación entre el empresario y sus factores de producción y, en especial, con su fuerza de trabajo. Pero, si de verdad queremos salir de la crisis, el paradigma del trabajo ha de ser el emprendimiento, fomentando esta cultura desde los niveles más bajos y evitando trabas a la creación de empresas.
En Pymes y Autónomos | ¿Por qué no existe la cultura del emprendimiento en España? Imagen | worldwaterweek