No, no voy a hablar sobre comida rápida ni de la la potencial compra de Burger King por 3iG. Estoy hablando del regreso a modelos de dirección retrógrados en momentos de crisis.
Muchos empresarios tienen una pequeña boca que alimentar y en sus manos poseen una gran hamburguesa. Esta metáfora ( o reflexión ) que os cuento ha pasado por mi cabeza recurrentemente en los últimos meses dada la situación que viven algunas empresas del país.
Ciertas empresas, empujadas por la crisis, no encuentran otra salida que utilizar el poder sobre los empleados incluso pasando por encima de sus derechos (no nos hagamos los sorprendidos). En algunos casos se llegan a extremos que nos hacen recordar tiempos pasados. Por desgracia he tenido que verlo en mi entorno más cercano, que no en mis carnes.
Creo que la empresa es una hamburguesa y cuando terminéis de leer seguramente me entenderéis. La receta básica de la citada hamburguesa es:
- El pan: Son las estructuras rígidas de la empresa así como normas y acciones de control provenientes de los niveles jerárquicos. Mantienen los ingredientes en su sitio siguiendo las necesidades de la mano que sujete la hamburguesa.
- La lechuga: Es la base sobre la que reposa la masa salarial. Esto son las políticas de RRHH que acompañan a los empleados para procurar sacar el máximo rendimiento posible mediante acciones planificadoras y de estrategia. Es decir, la lechuga es la “dirección humana” dentro de las acciones de control jerárquico (aunque no exista un departamento de RRHH)
- La carne: Los empleados conforman el ingrediente principal de la empresa estando sujetos a normas y acomodados en políticas humanas y de gestión de equipos. Todas las personas de una organización conforman una misma pieza de carne y algunos son condimentos especialmente importantes para el resultado. Aquí también se encuadran los productos y/o servicios producidos y/o prestados por ellos. Es fundamental y único de cada empresa.
- El queso: Se funde encima de la carne pues es la energía cohesionadora y de motivación de los grupos. Una chispa de sabor.
- El tomate: El precio de los productos y/o servicios. La anchura del tomate así como su cantidad determina también la anchura de la hamburguesa.
- El ketchup: La base económica de la empresa. Es lo que le da sabor y sentido al resto de ingredientes ya que como podéis comprobar esta particular hamburguesa es algo sosa.
Ya tenemos la hamburguesa preparada y estoy seguro de que entendéis esta visión simplificada que os intento transmitir. Pues bien, ahora a nadie le sorprenderá si digo que el ketchup se está acabando.
La mano es la dirección y la boca el mercado. ¿Cómo puede la mano introducir la hamburguesa en el mercado y saborear el preciado ketchup que queda en sus dedos (el beneficio) ? Seguramente ya me entendéis aunque tengo presente que el símil no es perfecto.
¿Apretamos la hamburguesa o la racionalizamos dando pequeños mordiscos? Esta última opción sería una buena solución si no fuera porque estamos en un mercado altamente competitivo y a algunos les pueden las circunstancias. Los empresarios ven cómo la boca del mercado mengua día a día y luchan por introducir la hamburguesa apretando lo máximo posible para así sacar el mayor beneficio en el menor tiempo posible. No hay espacio para la reflexión y algunos aprietan con todas sus fuerzas hundiendo sus dedos en el pan.
Ahora imaginemos un restaurante lleno de bocas hambrientas que devoran a toda velocidad y muchas manos luchando por un hueco para su hamburguesa. Mientras esto sucede el trabajador está siendo apretado, se le está exprimiendo al igual que le sucede a la política de RRHH (que se ve relegada a la gestión de conflictos, despidos y administración). En algunos casos la boca está cerrada pero la dirección empuja la hamburguesa y la destroza en el intento.
Los empleados pueden llevar meses sin cobrar pero deben seguir presentándose en el puesto de trabajo... muchos aguantan por no haber alternativa. Los empresarios retiran trozos de tomate pretendiendo así aligerar aún más su hamburguesa pero no es suficiente. Se miran de reojo y no pueden parar de empujar y lamer el ketchup que sale a cuentagotas.
¿Qué nos quedará cuando la boca vuelva a crecer? ¿El miedo nos hará seguir apretando la hamburguesa al descubrir una manera rápida de sacar el ketchup? Y lo más importante ¿Qué clase de "carne" nos quedará para entonces?
Solo es una reflexión, lo sé. Hoy solo quiero aportar eso... un día nos encontraremos una hamburguesa aplastada en la puerta de la oficina y pensaremos que alguien intenta decirnos algo.
Espero que nadie se haya ofendido con el texto pero es algo que no me gusta que le ocurra a nadie. Esto no pasa con todas las empresas pues entre otras cosas la crisis no nos afecta a todos por igual. De todas maneras alguno se habrá sentido identificado, estoy seguro.
En general puedo entender al empresario, al trabajador e incluso al mercado. Es una visión metafórica sobre lo que veo en algunos casos extremos que me caen bastante cerca.
Aunque no podamos evitarlo y también seamos víctimas tengamos corazón y entendamos la situación de la gente que trabaja con nosotros. Para terminar, un consejo para algunos: si no hay dinero para despedir ni sabemos cómo gestionar el gran problema que tenemos hay que dar la cara, es lo mínimo. En estos momentos se demuestra la clase de profesional que es cada uno.
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