Propuestas fiscales anticrisis (y III): la cuenta ahorro morosidad

Creo que, tras un breve resumen del marco fiscal de la morosidad, puedo lanzar mi pequeña propuesta fiscal anticrisis. Sin embargo, y antes de entrar en el fondo del asunto, pedir disculpas por mi atrevimiento. Desconozco si alguien con más fuste que yo le ha dedicado algún esbozo yo y asumo que estará llena de mil imperfecciones. Estoy hablando de que la que yo denomino cuenta ahorro morosidad.

La idea me vino a a la mente al recordar una vieja práctica financiera que en los años del boom se ha perdido en su casi totalidad. Supongo que los más veteranos del blog la habrán visto alguna vez. Cuando un Banco te descontaba un efecto comercial, una letra o pagaré, en ocasiones condicionaba dicho anticipo a la retención de un porcentaje, por ejemplo un 10%, de la suma descontada. Si descontaba 100, percibía esos 100 menos los intereses y comisiones y menos 10 que eran ingresados en una cuenta del Banco a mi nombre. De esas cantidades solo podía disponer en la medida en que iban venciendo los efectos sin ser devueltos.

Se trataba, por tanto, de tener en la cuenta un mínimo de un 10% del riesgo vivo, en el caso indicado. Para las empresas esto era doloroso desde el punto de vista financiero. Te obligaba a descontar más, te inmovilizaba recursos, elevaba, en definitiva el coste de tu financiación, y condicionaba por tanto tus margenes y tu negocio. Pero también he conocido a quien se imponía esta disciplina voluntariamente, como una especie de seguro antiimpagos, materializando dichas reservas financieras en cuentas remuneradas o en fondos de inversión. Las cantidades llegaban a ser significativas, ya que no disponían de las mismas al vencer los efectos que las habían originado, pudiendo llegar a tener provisionado más del 100% de los efectos descontados, así como de los créditos de su balance.

Esto, que financieramente hará que más de uno se lleve las manos a la cabeza, se ve desde otro punto de vista cuando las cosas vienen mal dadas. De algún modo, y con muchos matices y siendo una comparación del todo grosera, podemos considerar que vendrían a ser unas provisiones anticíclicas de la empresa, de un modo similar al de las provisiones genéricas de los Bancos.

Pero como ya decía, consideraciones financieras, su nulo tratamiento fiscal, la fuerte competencia que erosiona las margenes y no nos permite ver más allá, la agresividad entre bancos, etc, han logrado que esta práctica haya desparecido en gran medida. Y sin embargo, creo que puede ser la base para fortalecer financieramente a las pymes, a las pymes que venden y asumen riesgos.

Mi propuesta consiste en permitir que a las empresas se les permita, voluntariamente, una reducción fiscal genérica de la base imponible, para dotar un colchón antimora. No sólo a las de reducida dimensión en términos fiscales. A todas. Y por un porcentaje significativo. Hablo de un 5%, por poner un ejemplo. Y yendo aún más lejos, dicho cálculo no se haría sobre el saldo pendiente de cobro al cierre del ejercicio. Dicha cantidad sería la resultante de aplicar dicho porcentaje sobre la base de la factura de toda venta, al contado o a plazo.

Dicha reducción, a diferencia de las medidas actuales, debería materializarse obligatoriamente en un depósito bancario, en una o más cuentas bancarias, separadas del resto de las de la empresa, y que se dotarían únicamente con fondos procedentes de dichas provisiones genéricas. La idea es que las provisiones no se queden tan solo en un concepto contable, o fiscal. Se busca, especialmente en las pymes, de asegurarnos de que dichos recursos son líquidos y disponibles (sin perjuicio de ser retribuidos por las entidades financieras).

Los fondos estarían siempre disponibles, mas las cantidades que se dispongan, y que no vayan destinadas a compensar los impagos (y sus gastos derivados) que suframos de la forma que legalmente se establezcan, deberían tributar. De alguna manera, y al igual que ocurre con las cuentas viviendas o las cuentas ahorro empresa, se trataría de anticipar de algún modo posibles ventajas fiscales que pudieran derivarse de una situación futura que no ha acontecido, a la ve que fomentamos el ahorro y la previsión. Y de paso, reforzamos la liquidez de los Bancos.

Abro el turno para que critiquéis la idea (sed indulgentes) y propongáis las de vuestra cosecha.

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