Esta situación tiene evidente pros y contras. Para el cliente la ventaja principal es obvia: tendría menos problemas a la hora de realizar sus compras puesto que encontraría el establecimiento abierto cuando él disponga de tiempo para acudir. A mayor competencia, además, mejores precios. Pero para el pequeño comerciante ésto puede ser un arma de doble filo: por un lado, cubrir un horario comercial más amplio podría aparejar beneficios. Pero se vería obligado a contratar personal para reforzar esta ampliación de su horario, cosa que sólo podría emprender si su margen de explotación se lo permitiese. Contra esta que para el Presidente de la CMC en realidad es una ventaja: creación de empleo.
Desde mi punto de vista, el problema que surgiría será la desigualdad en las condiciones, puesto que el pequeño comercio, ya de por sí en desventaja frente a los grandes centros comerciales, se vería obligado a afrontar un aumento de costes que dudosamente redundarían en beneficios.
Esto no significa que lo vea como algo negativo. Creo que se debería respetar la libertad del empresario para fijar el horario en que realiza su actividad, si bien se debería buscar una fórmula para intentar minimizar los efectos negativos que esta libertad pudiera tener en el comercio más débil.
Via | El País Imagen | Presunto Culpable