Los autónomos son un colectivo históricamente maltratado. Existen muchos tipos dentro de este colectivo, pero hoy vamos a centrarnos en el más básico, el autónomo que trabaja por su cuenta, que apenas es capaz de llegar a final de mes, que echa más horas que un reloj por con la promesa de un sueldo que a final apenas le da para pagar facturas. ¿Es el autónomo sinónimo de trabajo de mala calidad?
Lo cierto es que fomentar el mito del trabajador autónomo como un empleado que vive en estado adánico, que es su propio jefe, trabaja cuando quiere y no tiene que rendir cuentas ha sido una constante. En un país con unas tasas de paro históricamente altas, un inscrito más en el RETA es un parado menos.
A esto se le ha sumado el mito del garaje. Todos podemos ser emprendedores y grandes empresas nacieron con dos autónomos que trabajaban por su cuenta en el garaje de sus padres. Es muy bonito identificarse, pero lo que no nos cuentan es que por una que triunfa, miles de ellas fracasan. Y tienes más posibilidades de lo segundo que de lo primero.
Cosas a las que los autónomos no tienen derecho (o simplemente no se pueden permitir)
Y luego salen las estadísticas que dicen que el autónomo no se pone nunca enfermo. No es que no sufra un resfriado, tenga las mismas enfermedades comunes que el resto de la población, es que simplemente no se coge bajas porque si no trabaja no cobra. Estar de baja implica que seguimos pagando la cuota a la Seguridad Social. Un mes de baja para el autónomo significa tirar de ahorros para pagar las facturas.
Tampoco tienen vacaciones. El motivo es el mismo. Si no se trabaja no se cobra. Pero a esto hay que añadirle otro, más importante para muchos miembros de este colectivo. Hay que atender al cliente. Incluso aunque nos vaya bien como autónomos, aunque ganemos el dinero suficiente para apartar cada mes un poquito y guardarlo para irnos de vacaciones, no se puede desatender a lo clientes y marcharnos dos o tres semanas.
La mayoría de los autónomos cotiza por la base mínima. Y luego se nota en la pensión que reciben. El retiro del autónomo se fía en los ahorros, en otras inversiones más que en su pensión de jubilación. Es algo que no se suele contemplar cuando te inscribes en el RETA. Además hoy en día nadie nos garantiza una pensión, tampoco a los asalariados... al menos mientras no se afronte una reforma seria de todo el sistema.
Jornadas interminables, captación comercial y especialización en fiscalidad y contabilidad
A todo esto hay que sumarle el día a día tienes que ejecutar tu trabajo como profesional. Pensamos que tenemos ocho horas al día para sacarlo adelante. Una jornada laboral normal. En función de estas horas de trabajo muchas veces se fijan las tarifas que se cobran a los clientes. Pero hay mucho más:
Te conviertes en comercial ya que necesitas captar, fidelizar y retener a tus clientes. Es uno de los principales quebraderos de cabeza, tener una base de clientes suficiente para hacer nuestro negocio rentable.
Pero la cosa no acaba aquí, porque además tienes que facturar y contabilizar, gastos, inversiones en tu negocio, etc. Y esto lo tienes que llevar al día si no quieres que se acumule y sea algo ingobernable. Y es tiempo que tienes que dedicar cada día, para ordenar, archivar facturas de clientes, proveedores, etc.
También tienes que convertirte en un experto fiscal. Pedirás factura de todas las cosas y tratarás de deducirte todo aquello a lo que tienes derecho, sin que se nos pase nada. Aprendes a saber que una cosa es lo que dice la ley y otra el criterio que tiene Hacienda y no siempre coinciden.
Si eres un profesional 3.0, tu marca personal implica estar presente en redes sociales. Marketing y promoción son obligatorios para intentar crecer y esto también implica más tiempo dedicado a tu trabajo.
Siempre puedes delegar todo esto en expertos, pero esto muchas veces supone un coste que los autónomos no quieren asumir o simplemente no les compensa porque su hora de trabajo tiene un precio menor que la que les supone que estas tareas las realicen por ellos una empresa especializada.
Autónomo a cambio de un precio por hora bajísimo
Todo esto hace que muchos autónomos tengan jornadas de trabajo muy extensas. Un horario largo, de 10 a 12 horas diarias, que se puede ampliar también a los sábados. Cuando a final de mes se hacen cuentas del tiempo trabajado y la rentabilidad que se ha sacado, la realidad es muy triste.
Si se le suman la ausencia de vacaciones, la imposibilidad de cogerse una baja y alguna que otra circunstancia (como no tener asegurados unos ingresos) y se realiza una oferta de trabajo, como si fuera para una empresa, serían pocos, muy pocos los que aceptarían un trabajo tan precario.
Por eso quizás hay que revestir todo esto del mito de ser tu propio jefe, de ser un emprendedor. De la posibilidad de que si te va bien, al menos tu esfuerzo revertirá en tu propio beneficio. Pero la realidad es tozuda. Sólo unos pocos lograrán el éxito, mientras que la mayoría se conformará con sobrevivir y llegar a fin de mes.
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