Tanto si eres el dueño de un pequeño negocio o estás al frente de una pyme, tomar decisiones forma parte de tu trabajo. Nos pasamos el día tomando decisiones, algunas poco importantes como qué prenda de vestir nos ponemos y otras que conciernen a terceros, como contratar o no al candidato que entrevistamos ayer.
Una de las mejores formas de alcanzar el equilibrio en el ámbito laboral, es tener expectativas realistas. Apostar por la lucidez. La pasión, la ilusión, los sueños, todo eso está bien, pero a la hora de la verdad, ser realistas no es sinónimo de pesimismo sino de sensatez. Nada mejor que una persona sensata frente a un negocio, ¿verdad?
La sensatez, un valor en alza
Las personas que se liberan de las falsas ilusiones, toman el timón de sus vidas y muestran una gran facilidad para adaptarse a los cambios. Hoy día, este perfil es más que necesario a la hora de estar al frente de un negocio.
Malgastar energía luchando, negando las emociones negativas como la frustración, rabia, etc., sólo sirve para actuar de manera poco objetiva. Aprender a dejar de sentirnos el centro del Universo y conocernos, nos ayudará a afrontar nuestros miedos y a dejar de quejarnos constantemente de nuestra mala suerte.
Evitar los extremos a la hora de tomar una decisión
Un jefe lúcido sabe relativizar porque huye de las visiones absolutistas: "Todo me va mal o todo me va bien", "Estás conmigo o contra mí", "Sólo creo en el éxito o en el fracaso". Para desarrollar el equilibrio lo primero es pensar que nada es para siempre.
Que todas las personas tenemos margen para rectificar y permiso para cambiar de opinión. Ni todo es bueno ni todo es malo. Pensar que con el número de habitantes que tiene la Tierra sólo tú tienes mala suerte, o por el contrario eres el mejor del planeta, resulta además de osado, peligroso a la hora de tomar una decisión laboral o personal.
La inteligencia no es sólo información
La frase completa era del astrónomo Carl Sagan y venía a decir: "La inteligencia no es sólo información, sino también juicio". Aplicado en el trabajo, vendría a decir que a veces, lo más sensato es cambiar de rumbo o aceptar que nos hemos equivocado. Huir de la soberbia o del "todo me pasa a mí", es empezar a pensar y a alejar el lamento.
Los prejuicios, el miedo a cambiar de escenario, el rencor, o dejarse llevar por traumas que se arrastran desde la infancia nos impiden conectar con nosotros.
Una persona que está al frente de un proyecto laboral, no puede vivir permanentemente mirándose al espejo: bien para criticarse, lamentarse o creer que lleva sobre sus hombros el peso del mundo.
En Pymes y Autónomos|La importancia de la empatía en las decisiones difíciles
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