Estamos en plena época de cenas y comidas navideñas de empresa. Y lo cierto es que posiblemente más de uno cuando lea esto tenga en su recuerdo algún momento incómodo sufrido durante las mismas. Por eso vamos a ver cómo sobrevivir en la oficina al día siguiente de la cena de Navidad.
Porque lo malo no es que alguien pierda las formas, y ese compañero tan tímido que hemos tenido todo el año al lado, tan educado, desinhibido por la ingesta de bebidas espiritosas haya acabado perjudicado. En este país esas cosas se pasan por alto, siempre hay que comenta, eso de "a quién no le ha pasado..."
Cuando los chistes sobre el jefe hicieron gracia a todos menos a él
En todas estas celebraciones siempre hay momentos distendidos y en los que se bromea. Lo malo es que no a todo el mundo le hacen gracia las mismas. Se puede contar un chiste, una anécdota subida de tono, sobre un compañero ya sea de nuestro departamento o de otro, pero hay ciertos límites. Con otros empleados tenemos más confianza, pero con los jefes hay que tener un poco más de tacto.
Porque cuando la broma le ha hecho gracia a todos, pero el aludido no lo ha encajado bien puede haber problemas. Eso por no hablar si nos hemos pasado de la raya y el jefe se ha sentido humillado. Al día siguiente vamos a estar delante de él. Y no todas las personas encajan con igual talante una broma en estas celebraciones.
Para muchos les supone un menoscabo de su autoridad y algunos se lo toman como una ofensa. No se puede sancionar al empleado por esto, pero se la guardan para más adelante. Y es aquí cuando sabes que el próximo año en la empresa va a ser duro. Cuando las felicitaciones de los compañeros a los que les gustaron las bromas, pasan a un segundo plano y empezamos a arrepentirnos de habernos comportado de esta manera.
Cuando es tu jefe el que ha perdido los papeles
Pero la situación es todavía más incómoda si ha sido el jefe el que perdió los papeles. Porque por muchos que queramos el jefe no es uno más, no es otro empleado. Y a la mañana siguiente tenemos que comportarnos como si hada hubiera pasado. Aunque sabes que ya no le verás de la misma forma después de ver cómo acosaba a compañeras, se comportaba como un hooligan o sacó un repertorio amplio de chistes de mal gusto que hicieron sentir incómodos a mucha gente.
En algunas ocasiones se ha realizado alguna broma de mal gusto, que puede hacer sentir incómodos a más de uno, y de una. Porque en ocasiones se toman confianzas que no se han otorgado, y mientras que a un compañero se le puede contestar mal, con el jefe siempre se eligen más las palabras o se pasa por alto estos comentarios.
En todo caso lo que no se debe hacer es recordar, hacer alusiones, etc. a estos comportamientos. Esas indirectas o recordar alguna escena de la cena. Lo mejor en estos casos es dejar pasar el tiempo y hacer como si nada hubiera pasado.
Otras veces no ocurre. El jefe se rebela como alguien cercano y simpático, no tan distante como en el día a día. El perfecto anfitrión y el compañero con el que no nos importaría salir a tomar algo después del trabajo cualquier día. Pero esto no significa que al día siguiente en la oficina sigamos con esta confianza. En el trabajo seguramente vuelve a adoptar su papel habitual.
En definitiva que la cena de empresa, a poco que se tuerzan las cosas, algo que no es raro, se puede convertir en un momento muy incómodo. Y todo esto si hay buen ambiente en la empresa, ya que cuando no hay buen clima, la cena o comida de Navidad directamente se puede convertir en un evento en el que nadie desea estar y se asiste por compromiso.
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Imagen | RyanMcGuire