Cuando entramos a trabajar en una empresa pasamos por diferentes fases. La primera sería la de formación. Después a una de plena productividad, pero poco a poco si nos mantenemos en el mismo puesto se puede producir cierta apatía. Si a esto le sumamos falta de formación digital o adquisición de nuevas competencias provocan la sensación de encontrarse estancado. Y este es uno de los principales motivos para cambiar de trabajo entre los profesionales.
Según un reciente estudio de Capgemini y Linkedin realizado a nivel mundial a más de 1.200 empleados y directivos, la mitad de los empleados y hasta el 60% en el caso de los clasificados como "talentos digitales" invierte por su cuenta en formación para mejorar sus capacidades digitales. Esto supone que gasta su tiempo y dinero para mejorar profesionalmente. Y si en su empresa no ven posibilidades de mejorar o formarse no tardarán mucho en cambiar de aires.
Para las empresas españolas supone un problema, ya que un 48% considera que la brecha digital, la diferencia entre oferta y demanda de profesionales con competencias digitales, está creciendo y frena sus planes de transformación. Además casi un 59% cree que ha su organización ha perdido oportunidades competitivas debido a esta brecha. Sin embargo hacen muy poco para tratar de reducir dicha brecha.
Lo malo es que si un empleado se encuentra estancado comienza a hacerse preguntas:
- Si mañana pierdo el empleo, ¿se han quedado mis conocimientos obsoletos?
- Lo que he aprendido en esta empresa, ¿es aplicable fuera de ella?
- ¿Puedo conseguir trabajo en otro lugar si mis competencia digitales no mejoran?
Todo esto supone un problema a la hora de mantener el entusiasmo y el compromiso con la propia empresa. Es muy complicado que aquí una organización decida invertir y apostar por la formación de sus empleados, que ponga tiempo y recursos para mejorar sus capacidades, incluso aunque vaya en su propio beneficio. Se considera que si luego acaba por marcharse no se recuperará dicha inversión.
Y esto crea un círculo vicioso. El empleado que adquiere dichos conocimientos por su cuenta cree que tiene más oportunidades de mejorar condiciones y salario en otras empresas. Si esto no se rompe, al final las empresas están perdiendo talento o lo que es peor, traspasándolo a la competencia.
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