"Si hay que perder dinero para crear empleo, lo hacemos", esta frase pronunciada por José Mª Ruiz Mateos, el fundador de Nueva Rumasa, grupo empresarial que se puede encontrar en la cuerda floja por su delicada sitruación económica, puede parecer un signo de buena voluntad viniendo de un empresario, pero desde el punto de vista de la gestión de cualquier negocio es una afirmación sin sentido.
Uno de los principios que puede mover a una persona que quiera desarrollar una actividad empresarial puede ser el de prestar un servicio a la sociedad y generar riqueza no sólo a nivel individual sino colectivo, creando puestos de trabajo, mejorando la economía de una zona geográfica determinada o reinvirtiendo los beneficios que esa actividad genera en fines sociales. Sin embargo toda esa voluntad siempre estará condicionada por la sostenibilidad de la empresa.
Porque ese ha de ser el objetivo fundamental, la principal aspiración de todo empresario que no pretenda "dar el pelotazo" es que su negocio perdure y para ello ha de generar los recursos suficientes para su sostenimiento y la generación de riqueza que luego, si así lo quiere, podrá repartir.
De poco sirve esa labor social si es pan para hoy y hambre para mañana, si esos recursos no son autogenerados y hay que recurrir a la financiación o a la inversión externa para asegurar el mantenimiento del negocio sin una perspectiva clara de cómo ni cuando podremos devolver el capital obtenido del banco o los inversores.
¿Es mejor crear una infraestrutura insostenible que soporte unas cargas inasumibles en aras de mantener unos puestos de trabajo que, en muchas ocasiones no se necesitan, o hacer una gestión adecuada de los recursos de los que disponemos y asegurar que, aunque con menos trabajadores, el negocio perviva?
Las pérdidas empresariales pueden ser coyunturales o estructurales. En el primer caso podemos recurrir a intrumentos de capitalización que convenientemente administrados puede ser una ayuda fundamental que asegure la obtención de beneficios y la sostenibilidad de la empresa.
Las pérdidas estructurales hay que atajarlas convenientemente porque son una mina en el punto de flotación del negocio y el futuro de la empresa está en juego. Ante estas situaciones no sirve la buena voluntad, sobre todo cuando el dinero es de otros.
En Pymes y Autónomos | ¿Cuánto estás dispuesto a perder en tu empresa? Imagen | mondi