En una reciente encuesta realizada entre sus asociados por ATA tres de cada diez autónomos declara tener pérdidas por encima de 30.000 euros. En concreto se trata de un 28,8% de los encuestados. A ellos se le opinen el 11,1% que declaran que no tendrán pérdidas.
El resto de encuestados se mueven en diferentes baremos, ente 3.000 y 5.000 que tendrán un 8,5% de los autónomos que respondieron a la encuesta o pérdidas entre 8.000 y 25.000 donde se mueve la mitad, el 49,5% de los encuestados. No es un buen panorama, pero si tenemos en cuenta que sólo un 18,7% declara estar abierto y funcionando al 100%, no parece muy descabellado.
Las actividades más dañadas son aquellas que tienen que ver con el ocio y el turismo. Todas aquellas que tienen en su naturaleza la reunión de diferentes personas. Aquí podemos incluir desde un parque infantil que celebra cumpleaños a un macrodiscoteca. En ambos casos llevan con restricciones desde el inicio de la pandemia.
La hostelería también es un sector dañado, aunque las restricciones les hacen mucho daño, en cuanto se abre la mano no dejamos de ver terrazas de bares llenas. El problema es que depende de su modelo de negocio, pueden verse muy perjudicados, ya sea un bar de playa turístico que ha podido trabajar muy poco o un bar de menús para empresas que ha visto como su volumen descendía notablemente.
El principal problema es que los autónomos no cuentan con un colchón de seguridad, con una capacidad financiera suficiente para hacer frente en muchos casos a los gastos fijos de sus negocios. El cese de actividad, los que pueden solicitarlo, no deja de ser un alivio, pero no es una solución.
Y teniendo un panorama de vuelta a la normalidad en el verano de 2021 en el mejor de los escenarios lo cierto es que muchos de ellos no aguantarán. El problema será mayor si se dejan arrastrar con su negocio, ya que muchos no distinguen entre sus deudas personales y las empresariales, entre su patrimonio y su empresa.
No quiero pensar como estarán aquellos que pasados 15 días del estado de alarma estaban clamando porque no tenían para pagar los impuestos, porque no podían pagar el IVA que habían recaudado de sus clientes. Los que vivían al día no podrán sobrevivir sin ayudas directas.
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