Sin alharacas, ni adornos, ni palabras bonitas, pero con todo el conocimiento de alguien que se ha ganado su hueco en el mercado como autónomo. Este artículo ‘Cómo ser autónomo y no morir en el intento: trece cosas que he aprendido en seis años’ es una más que interesante recopilación de las claves para que trabajar por cuenta ajena no se convierta en un particular infierno.
En ese artículo, al que llegué por casualidad a través de Twitter, un profesional que ofrece servicios IT plasma su experiencia y los puntos más importantes con los que afrontar el día a día. Aunque recomiendo encarecidamente su lectura, me gustaría destacar aquí algunos de los puntos tratados en el texto y que me parecen sumamente importantes y muy útiles. Quede claro que el sector en el que opera es muy concreto y sus características no tienen por qué trasladarse a otros. Pero sí hay aspectos comunes a todas las actividades:
Control de plazos y objetivos (laborales y económicos). Antes de lanzarse a la actividad, hay que tener muy claras las metas y en qué periodo de tiempo se van a conseguir. Es una forma útil de saber cuándo debes parar antes de que sea demasiado tarde.
Especialización y diferenciación. El autor parte de un principio duro, pero real: “Como autónomo eres caro y poco productivo”. Por eso, hace hincapié en la necesidad de centrarse en un nicho de mercado muy concreto y conocido al milímetro y en ofrecer servicios diferentes a los de grandes empresas.
Precios justos, pero sin tirarlos. No valorar tu trabajo hace que pongas tarifas irriosorias con las que no te harás ningún favor. Señala la necesidad de estudiar la competencia, especialmente las grandes empresas que ofrecen servicios similares, para fijarlas con criterio.
Ahorro. Lo repite una y otra vez a lo largo del artículo. Gana 40.000 euros netos anuales pero vive con menos de 20.000, dejando el resto en la hucha. Y lo justifica en posibles fluctuaciones, en tensiones de tesorería ante impagos serios de clientes...
Diversificación. Poner los huevos en distintas cestas hace que el riesgo sea mucho menor. Aunque en determinados sectores, como el del autor del artículo (tecnologías de la información), sea muy sencillo encontrar ingresos recurrentes sólo a través de la administración, hay que repartir mucho más juego.
Humildad. “Ni cotizas en Wall Street, ni necesitas un chalet con piscina, ni conducir un deportivo. En el momento en que te lo creas, puedes empezar a tomar decisiones estúpidas que pongan en peligro la supervivencia de tu empresa. Eres un currito. Vive como un currito”.
El artículo no es más que el reflejo real de la actividad de un autónomo, despojada del ‘glamour’ del emprendimiento y basada en números y en realidades. Una experiencia que demuestra que sí se puede vivir de tu trabajo por cuenta propia (aunque no te puedas hacer rico con ello), pero que nada es sencillo. Que hay muchos obstáculos en el camino que pueden hacerte tropezar. En definitiva, un caso que nos enseña que con trabajo y tesón, todo es posible.
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