Hacerse autónomo requiere de una profunda reflexión antes de dar el paso. Si bien la situación económica de los últimos años, ha incrementado el número de autónomos, antes de dar tomar esta decisión sería interesante repasar los pros y los contras de esta opción.
Las ventajas son numerosas, pero las desventajas también son variadas, y en ocasiones muy duras. No se trata de pintar un escenario tenebroso, pero sí realista. El nivel de estrés y las jornadas eternas, conllevan un precio a pagar elevado si hablamos de salud. Y sin salud no hay beneficios.
La tendencia a pensar que un autónomo es su propio jefe y que esto es sinónimo de libertad y una larga lista de adjetivos positivos, no se ajusta a la realidad.
Ser tu jefe va de la mano de tu personalidad: ¿Exigente? ¿Perfeccionista? ¿Inflexible? ¿Estricto? A veces, no es necesario que un extraño dirija tu trabajo y él ondee la bandera del tirano o del injusto. En muchas ocasiones, por razones de peso, es el propio autónomo el que se muestra más duro consigo mismo.
Un autónomo es un profesional que desarrolla una actividad por cuenta propia. Y dentro de esta definición entran profesiones como: un empresario, un freelance, el dueño de una pequeña tienda, etcétera.
Los horarios y el ser tu propio jefe es algo que queda muy bien de puertas hacia fuera, pero la realidad es que es es una elección muy dura y difícil. Se necesita un grado de disciplina alto y a la vez, esta actitud influye en nuestra calidad de vida, en nuestra salud.
Compaginar los horarios no es sencillo, y menos si tienes que trabajar todas las horas del día incluyendo fines de semana. Para ser tu propio jefe se debe ser organizado, realista, inflexible con los plazos y cumplir con todas las responsabilidades siempre.
Y algo más, ser capaz de encontrar tiempo para descansar. ¿Los beneficiados? Tú, tus empleados, tus clientes y tu familia.
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Imagen|Kevin Dooley