Qué barato sale engañar


Recientemente hemos visto como la FACUA denunciaba la escasa cuantía de una sanción por publicidad engañosa, 15.000 euros a una empresa que factura millones, parece un chiste. Si nos remontamos un poco más atrás en el tiempo, vemos como sanciona la administración los delitos contra la competencia, imponiendo a las empresas petroleras mayoritarias que operan en nuestro país una “multa” conjunta de 8 millones de euros, por pactar precios.

Viendo esto cualquiera puede pensar que sale barato engañar, defraudar y mentir al consumidor, sobre todo teniendo en cuenta que, al menos en el caso de las petroleras, siguen haciendo las mismas prácticas, incluso incluyen esas multas en sus balances, lo que prueba que les es más rentable incumplir las normas.

Otro ejemplo son los concursos televisivos que prometían enormes cantidades de dinero y que hasta hace bien poco inundaban las pantallas de nuestros televisores de madrugada y hasta bien cerca del mediodía, en cadenas importantes. Esos concursos, fraudulentos en muchos casos, han ido desapareciendo, tal vez porque la gente dejó de picar, y ahora lo que proliferan son adivinadores varios, a los que es más difícil probar que mienten (si lo hacen).

El caso es que la imagen que da ver todo esto, y la aparente inacción de las autoridades, o la tímida acción cuando alguna de sus acciones salta a los medios, crea una desconfianza en los consumidores, e invita a empresarios imaginativos a lanzarse en la búsqueda del lucro rápido.

Quiero creer que esto no es realmente así, que la justicia actúa con contundencia en casos similares, a pesar de lo cual sus medidas no son mediáticas, por lo que apenas salen en los medios. Me gustaría reclamar que las acciones de la justicia en ese sentido fuesen medidas ejemplarizantes, como lo son en Estados Unidos por ejemplo, con sanciones millonarias, que eviten que cunda el ejemplo de que esas cosas se pueden hacer con un alto grado de impunidad.

Los autónomos y las Pymes que nos devanamos los sesos para sacar adelante nuestra actividad diaria, y nos encontramos con sanciones cuando cometemos errores como tardar un par de días en entregar un papel, vemos con desesperanza y cierto grado de envidia a estos que se atreven con negocios de dudosa calidad moral (basados en engaños y mala praxis) y salen impunes con los bolsillos llenos de millones.

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Imagen | JR Mora

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