Ante la escasez de crédito para emprender, financiar inversiones, o incluso, sufragar partidas de gasto corriente como las nóminas de los empleados o el pago a proveedores, muchas empresas recurren a la financiación rápida, la que se otorga con pocas preguntas y de fácil acceso, es decir, la de las financieras.
De entrada, tenemos que apuntar que la TAE (Tasa Anual Equivalente, es decir, el precio), es mucho más alto que el de la banca comercial, y algunas veces, en su letra pequeña constan clausulas que resultan abusivas, e intereses que se aplican bajo circunstancias más posibles de lo que se puede pensar a priori, que rozan los límites de la usura, lo que convierte a este recurso en un arma de fuego que hay que manejar con sumo cuidado.
Por aportar un ejemplo, piensen que si las circunstancias del negocio no van a mejor, y que con unas circunstancias más adversas tendremos que amortizar un crédito en unas condiciones más lesivas para las finanzas de la empresa, ¿tiene sentido que tomemos este camino? Es una decisión complicada, pero que debemos valorar en su justa medida.
Por tanto, cuando necesitamos liquidez para nuestra empresa y necesitamos financiación con urgencia, tenemos que andarnos con pies de plomo, porque es muy posible (conozco varios casos) que nos arrepintamos. Se que resulta muy fácil decir esto, pero que en la práctica es un consejo difícil de llevar a la práctica, sobre todo cuando hemos presentado diversas propuestas de financiación a distintas entidades y hemos recibido la negativa de estas, pero lo que les quiero transmitir es que muchas veces es mejor frenar, que seguir andando de cualquier manera.
En Pymes y Autónomos | Más dificultades para el acceso al crédito de las pymes
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