Disminución de la atención, pérdida de memoria, sensación de cansancio continua, mal humor… el insomnio es un factor que incide fuertemente sobre la productividad de profesionales y trabajadores. Los que trabajan por la noche son los que peor lo tienen.
Según UGT-Madrid, los trastornos del sueño se da en un 10% de los trabajadores diurnos pero este porcentaje llega hasta el 35% en los nocturnos. Los síntomas asociados al trabajo nocturno son todo un rosario: trastornos digestivos, apatía, tristeza, nerviosismo, irritabilidad… todo ello sin contar con los problemas psicológicos. Este tipo de trabajadores viven con el pie cambiado en una sociedad que está organizada para trabajar de día. La vida social es mucho menos intensa y gratificante que la de los otros trabajadores o profesionales.
En consecuencia muchos trabajadores optan por autoexcluirse socialmente. En todo caso uno de los síntomas, el insomnio, es especialmente molesto. Cada persona tiene su método para tratar de dormir, pero si últimamente no te funcionan puedes probar con estos consejos:
- Evita las pastillas. No conviene acostumbrarse porque la mayoría no son inocuas. A corto plazo puede funcionar pero si acaban por crearte dependencia lo más normal es que te hayas creado un nuevo problema en vez de resolver el que ya tenías.
- Evita los estimulantes. Cafeína, alcohol o chocolate son los clásicos. No los tomes a última hora. Cada persona tiene su propio intervalo de tiempo pero, como regla general, evita tomarlos al menos dos horas antes de irte para cama.
- Evita el ejercicio. Practicar deportes es bueno pero antes de acostarse funcionan como si de un estimulante se tratara.
- Evita el sofá. A pesar de su comodidad no ha sido diseñado para dormir. Acabarás por tener problemas de espalda.
- Invierte en la cama. No cobramos comisión de los fabricantes de camas o colchones pero lo que afirman sobre invertir en descanso es cierto, máxime cuando pasamos un tercio de la vida durmiendo. No ahorres en esta cuestión y paga lo que haga falta para descansar bien.
- El entorno de la cama. Sin luces o ruidos. Si realmente es necesario poner la “caja tonta” prográmala para que se apague. Si está encendida mientras duermes, tu mente la escuchará, seguirás funcionando en segundo plano y descansarás menos.
- No te agobies. Dormir es algo natural y automático. No te obsesiones pensando que “tienes” que dormir. Piensa en otras cosas y acabará por ocurrir. Pero todo tiene un límite: media hora es un plazo más que razonable para dar la batalla por pérdida que no la guerra. Levántate e inténtalo más tarde.
- Ponte horarios. Si andas con el sueño cambiado o duermes a deshoras el cuerpo acaba por no saber muy bien en qué hora vive. Trata de acostarte o levantarte a las mismas horas todos los días.
Felices sueños. Me voy para cama que, lo creas o no, es mi hora.
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