Quién de nosotros no ha sentido verdadero miedo ante cualquier acontecimiento que nos ha obligado a decir algunas palabras en público. Es lo que se denomina miedo escénico. El miedo escénico está generado por el temor a equivocarnos, miedo a hacer el ridículo, miedo a creer que llegado el momento nos olvidaremos del discurso y quedaremos en blanco sin saber que decir.
Es similar a los nervios que podemos sentir ante un examen importante, porque exponer a través de la oratoria algún proyecto o ponencia también es un examen. Hablar en público nos produce miedo porque no estamos acostumbrados a ello, tampoco nos han enseñado y cuando surge alguna situación que nos obliga a decir algunas palabras ante una audiencia, intentamos esquivarla o pasar de puntillas y pasar totalmente desapercibidos.
En el mundo de la empresa, cada día más, se necesitan profesionales capaces de encandilar a una audiencia y de venderles un proyecto, una idea o un producto.
Se necesitan profesionales que dominen la oratoria, capaces de expresar fielmente sus ideas, que miren sin miedo a una audiencia, que tengan pleno dominio de la situación y sean capaces de convencer. La oratoria sigue siendo una asignatura pendiente incluso entre directivos de grandes compañías. En España no se tienen estos aspectos muy en cuenta a la hora de seleccionar personal, basta citar los procesos de selección de profesores, se suele elegir a los que demuestran dominar mejor el temario pero no se tiene en cuenta la capacidad para transmitir esos conocimientos. La mayoría de los directivos con los que he coincidido en convenciones o congresos, se limitan a leer las transparencias que llevaban preparadas o basan su intervención en ir pasando y leyendo una a una las páginas del Power Point.
Yo he tenido la mala suerte de haber asistido a muchas aburridas convenciones de ventas y las situaciones siempre han sido las mismas: Un grupo de directivos que se pierden entre una infinidad de cifras y porcentajes que leen a una audiencia que se limita en su mayoría a mirar el reloj con la esperanza de que el tiempo pase lo más rápido posible.
Las empresas norteamericanas nos llevan bastante ventaja en este campo, el porcentaje de directivos que dominan la oratoria es muy elevado. El motivo viene de atrás, en las universidades norteamericanas se práctica y se obliga a los alumnos a hablar en público. Dominan mejor las técnicas y muchas empresas europeas están comenzando a reclamar profesionales formados en este terreno de la comunicación. Es cierto que las pymes no pueden competir con las grandes multinacionales para captar buenos comunicadores, pero sí pueden dirigir parte de sus recursos a desarrollar estas técnicas entre sus directivos y empleados. Organizar cursos y practicar mucho es vital, serán muchas las situaciones que requieran el dominio de la oratoria.
Aquellos empresarios, directivos o vendedores que trabajen este campo no sólo conseguirán mejorar resultados y estar más cerca de sus objetivos profesionales, aprenderán a comunicarse mejor con sus familiares o amigos y trasladar parte del éxito a su ámbito privado.
Imagen | Ikhlasul Amal