El proyecto internacional GEM (Global Entrepreneurship Monitor) pretende ofrecer información valiosa sobre el fenómeno de la creación de empresas y la cultura emprendedora. Trata todo tipo de aspectos que tienen que ver con la actividad emprendedora, estadísticas de creación de empresas, motivación , innovación, etc.
En su informe sobre el año 2009 tiene, lógicamente, un gran protagonismo el impacto de la crisis en todos los campos arriba indicados, lo que constituye una buena herramienta a la hora de interpretar la realidad de la situación en las pymes españolas. Vamos a hacer especial hincapié en los datos del informe que se refieren a la actividad innovadora, cuyo valor añadido ha sido siempre considerado clave para, precisamente, cambiar ese modelo económico que ha sido el desencadenante, junto con el problema financiero, de la situación que vivimos actualmente.
Se define como actividad emprendedora de empresas a la creación de iniciativas de expansión, diversificación y/o ramificación que tienen lugar en empresas ya existentes. El auge experimentado en este tipo de actividad en el 2005 en las empresas más antiguas, volvió a renacer en el 2007, especialmente en referencia a la creación de iniciativas nacientes, decayó de forma generalizada y notable en el 2008 y se desmorona en el 2009, año en que se registran los niveles más bajos en seis años. El impacto de la crisis es muy fuerte en este indicador y la escasa actividad de expansión se produce exclusivamente en el seno del tejido empresarial consolidado.
El impulso de la innovación se considera uno de los factores clave para la superación de la crisis. De ahí que la administración haya difundido el mensaje de la necesidad de su consideración e impulso desde la empresa. El concepto de innovación es multidimensional y se puede hacer referencia al mismo desde muchos puntos de vista: gestión, producción, distribución, implantación y otros. El observatorio GEM se ha centrado en los últimos años en el aspecto relacionado con el producto o servicio que se ofrece al cliente.
Los resultados indican que la proporción de iniciativas emprendedoras venía siguiendo una línea positiva y lentamente progresiva hacia el mayor grado de innovación en la oferta de sus productos y servicios en los dos últimos años, que se frenó prácticamente en el 2008 para comenzar a caer en el 2009.
La parte negativa de estos resultados es la falta de impulso de la creación empresarial, el carácter financiero de la crisis no permite destinar inversiones a su desarrollo cuando está siendo más necesario y, por consiguiente, habrá que sufrir un cierto retraso en la modernización de la oferta empresarial. La situación de España no es aislada y si se sabe aprovechar el período de recuperación para impulsar la innovación, a medio plazo podría suponer una ventaja frente a otras economías en que ya se hizo esta apuesta y que ahora no están tampoco en condiciones de subir un nuevo peldaño.
No es de extrañar este análisis, lo más lógico es que en estos momentos las pymes no quieran arriesgarse a invertir en nuevos productos, procesos o mercados ante la incertidubre de la rentabilidad a obtener. Pero, desde luego, si la salida de la crisis depende, en gran medida, de que seamos capaces de crear nuevos valores en nuestra economía, las pymes antes o después deberán lanzarse a nuevas búsquedas que le permitan ganarse al mercado y, de esta manera, asegurar su pervivencia. Todo lo que no sea optar por ese camino, tendrá muy pocas posibilidades de éxito.
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