Carecer de un líder que sea capaz de mandar sin ser autoritario, que sepa establecer límites entre la amistad y el cargo que ostenta, es lo peor que le puede suceder a una organización. Hoy hablaremos del líder tranquilo.
Sus características son:
Su tono de voz y su discurso es sosegado.
Esto no quiere decir que no sea firme y que no sea capaz de decir lo que quiere o de pedir lo que espera de un empleado pero sus formas son las de un diplomático empresarial.
Empatía es su virtud.
Sabe ponerse en el lugar del otro por una razón sencilla: es humilde. Conoce lo que es pasar por distintos puestos dentro de la empresa, no vive en una burbuja aislado de la realidad.
Ante todo mucha eficacia.
Le gustan las cosas bien hechas. No le agrada el "para mañana" ni es amigo de tomar cafés que duran más de una hora. Es ordenado, metódico y disciplinado. Si en una casa impera el orden quienes habitan en ella se sentirán tranquilos, en una empresa sucede lo mismo.
Conoce su oficio y motiva al personal
El funcionamiento de la empresa lo domina, conoce su oficio y le gusta, por esta razón puede resolver conflictos que se suceden en el día a día con facilidad y con sentido de humor si se tercia.
Un líder tranquilo, es el ideal para cualquiera que comience a trabajar en una empresa. Tener como gerente a una persona equilibrada que a su preparación le podamos añadir una personalidad que no busca el desencuentro sino el diálogo se convierte quizás no en el jefe perfecto, pero sí en con el que acudiremos a nuestro puesto cada día motivados.
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Imagen|Daniel H