Entornos informales, realidades informales. Negocios informales, tratos informales. Tantas y tantas cosas informales, pero existe una cosa que como mínimo dentro de la informalidad, no se debería perder: el respeto al empresario que nos paga el salario.
De acuerdo que hoy se trabaja más por proyectos, de acuerdo que vivimos en un entorno más colaborativo y menos estructurado, de acuerdo que no hace falta ver al empresario para el que se trabaje como al gurú ante el que hemos de arrodillarnos. Pero de eso a pensar que estamos de cervezas con él mientras estamos trabajando media un trecho.
El trabajador es el trabajador y el empresario es el empresario. Y del mismo modo que el empresario debe de respetar al trabajador, el trabajador también debe de respetar al empresario y a la empresa que trabaja, y existen ciertos límites que no se deben traspasar.
La cordialidad en todo momento, pero el mostrarse y el actuar como si fuésemos “colegas” de toda la vida, puede traernos muchos problemas. Puede hacer que se traspasen ciertos límites que posteriormente sean muy difíciles de resituar.
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