Sólo quien ha trabajado de cara al público sabe lo importante que es tener una buena actitud. No sólo porque de ésta depende que la jornada sea más amena, sino porque sin ella acudir al puesto de trabajo puede convertirse en una pesadilla.
Igual que para ser comercial no basta con tener don de gentes, buena labia o poseer carisma, para estar frente a un mostrador estas cualidades no sirven sin una profesionalidad demostrable. Se necesita combinar profesionalidad con una dosis de simpatía.
El otro día tuve la oportunidad de comprobar cómo las habilidades emocionales son clave para nuestro día a día, pero a nivel laboral también.
7 rasgos del buen dependiente
Resolutivo. Es capaz de resolver tu petición de una manera rápida y con la amabilidad como base. No le molestan las preguntas y conoce a la perfección la tienda y lo que hay en ella.
Discusiones personales. Evita que el cliente sea testigo de las tensiones que pueda haber entre el resto de trabajadores, y sabrá cortar a tiempo si la situación incomoda al cliente.
Diplomático. El arte de vender se basa en un fin: cerrar una venta, pero no hay que dejar a un lado el ser amable con el cliente, y si una prenda, o un objeto no le va a ser de utilidad, mejor decir que no lo adquiera. Mejor un cliente satisfecho que hoy no compre, no cerrar una venta sin fidelizar su vuelta.
Nervios de acero. Ante la conocida frase: "El cliente siempre tiene la razón", se dan casos en las que no se cumple, y no es cierta en absoluto. Ante un cliente nervioso, que pierda los papeles, la paciencia y una exquisita educación serán sus 'armas'.
Le gusta su trabajo. No importa lo que venda. Acude a su puesto de trabajo con un sólo propósito, pasarlo lo mejor posible porque le agradan las relaciones con las personas. No fuerza la sonrisa porque la trae puesta de casa.
Buenos días, buenas tardes y buenas noches. Algo tan normal como cumplir con unas normas básicas de cortesía las practica. No le parece que el cliente sea una molestia y por supuesto, le saluda tanto a la entrada como a la salida. Un detalle que se ha perdido.
Un espacio cómodo para trabajar/comprar. Un dependiente no sólo está para vender sino que debe mantener en estado de revista el establecimiento para facilitar la compra. Un buen dependiente debe estar pendiente de que todas las prendas o productos se encuentren bien colocadas, visibles, alarmadas, repuestas , perfiladas, etiquetadas y talladas.
En definitiva, en cualquier trabajo, te pueden ofrecer un manual para ser un perfecto vendedor, pero todo se resume en una buena actitud y predisposición a la venta, a ser capaz de empatizar y ayudar en el proceso de compra informando sin agobiar, y ante esos clientes que NO tienen la razón, paciencia hasta el infinito.
En Pymes y Autónomos|Cuando vender es perder
Imagen| Isabel Iborra