Si el primer mandamiento en marketing es observar qué hace la competencia, el segundo debiera ser: no existen límites. La excusa para no invertir en publicidad suele ser la falta de dinero, pero cuando la creatividad y la observación se unen, es suficiente para montar un mensaje válido y que cale en nuestro público.
En algunas ciudades se ha puesto de moda en los últimos años salir por la tarde. Tomar una copa en un pub, luego pagar un taxi, supone un gasto que pocas personas se pueden permitir, sin embargo, el ocio no conoce de horarios y de ello se han dado cuenta no sólo quienes buscan evadirse, sino los dueños de restaurantes, bares, etcétera.
Ofertas y promociones, son las protagonistas en su estrategia para incitar al ciudadano a que consuma en su local. Pero no sólo de estos negocios vive la ciudad, los mercados de abastos, han encontrado su sitio.
De hecho, algunos puestos se han abierto en exclusiva para este público vespertino que decide alargar el aperitivo unas cuantas horas más antes de marchar a casa.
Hace unos días, me dieron un folleto desde un nuevo puesto: en él encontraba información sobre las ofertas de sus productos, una vez giré el papel, me encontré con un apartado en el que el título rezaba "Especial sábados tardeo" y mostraban una bandeja con un surtido de jamón y otros embutidos a un precio asequible. Como un restaurante de comida rápida, pero más económico y con alimentos sanos.
Esta persona se ha adaptado como otros al público. En su caso, no abre sólo cuando los ociosos aparecen pero ha comprendido que él también debe subir a esta nueva moda que parece haber llegado para quedarse. Marketing a pequeña escala, pero marketing en definitiva.
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Imagen|Charles Haynes