Es curioso como en un país caracterizado por odiar al emprendedor y por extensión a la empresa, por perseguirlo por lo civil y por lo criminal, se esté viviendo una burbuja del emprendimiento. Ante la doble moral de la simbiósis político-funcionarial que la impulsa, no me extrañan exabruptos como el del video de Huerta de Soto que acompañamos: que invierta su adorable madre.
No nos engañemos. Toda esa casta sigue odiando al emprendedor, al empresario (de ahí que tengan que recurrir al primer término). Pero como el chiringo se les cae y tienen que venderse, lanzan la burbuja empresarial (como antes fue la inmobiliaria, o la de las renovables, o la del genero, etc):
- Para demostrar que están activos. De un político se demanda intervencionismo sí o sí , algo tiene que hacer, y estas son sus últimas balas. Aunque no tengan ni idea de lo que están hablando
- Para maquillar las cifras: quien emprende no está en el paro.
- Para enjuagar el deficit: menos prestaciones a pagar, más impuestos a cobrar si la cosa va bien. En El Estado del Bienestar la única función de las empresas es ser la vaca lechera del gasto público.
- Para pillar cacho con el tráfico de subvenciones, cursos de formación, organismos autónomos, etc.
Efectivamente, hoy es lunes y quizás explica el tono de mi entrada. Pero estoy en lo cierto, así que:
- Que inviertan ellos.
- Que consuman ellos.
- Que trabajen ellos.
El viernes, seguramente, estaré más animado.
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