En estos tiempos de crisis, se suele asociar la figura del trabajador autónomo con la figura del emprendedor y, en muchas ocasiones, se utilizan de manera indiferente para referirse al mismo tipo de persona y, especialmente, al mismo concepto, el autoempleo.
Sin embargo, según un estudio de la Universidad de Oviedo, esta comparación es un mito, ya que son pocos los trabajadores por cuenta propia que realmente son emprendedores. La comparación es incorrecta, ya que no necesariamente todos los autónomos son emprendedores, y viceversa.
La razón es sencilla de entender: mientras el emprendimiento se suele asociar con el concepto de innovación y de apertura de nuevos mercados, los nuevos autónomos se focalizan en sectores tradicionales, tales como la construcción, la hostelería o el comercio, entre muchas otras.
En este sentido, si bien hay autónomos que se deben considerar como emprendedores, no todos lo son. Aunque España es uno de los países con un mayor porcentaje de trabajadores por cuenta propia, se considera uno de los peores en cuanto a capacidad de emprendimiento, precisamente porque muchos lo hacen más por necesidad que por vocación.
El autoempleo es considerado como el empleo refugio, especialmente en épocas de crisis. Los altos índices de mortalidad de empresas en estas circunstancias son el caldo de cultivo que hacen que muchas personas tengan que buscarse las habichuelas en áreas de actividad más consolidadas en nuestro país. Pero estos autónomos nunca serán emprendedores, por mucho que quieran identificarse de esa manera.
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