Poner en marcha una nueva empresa es, en esencia, un experimento. Partimos de una serie de hipótesis que planteamos al elaborar el plan de negocio y que comprobamos luego mediante la experiencia. El emprendedor pone en marcha la empresa y trabaja para que se consolide, al mismo tiempo valida o invalida las suposiciones.
La cuestión es cómo planteamos esas susposiciones, ¿cómo pasamos de nuestra idea inicial, que casi siempre nos parece genial, a nuestro poyecto y posteriormente a nuestra empresa? A lo largo de varios post, vamos a tratar este proceso y cómo debe desarrollarse éste para que esas hipótesis iniciales sean lo más acertadas posibles.
Todo proceso consta de una serie de pasos que vamos a ir analizando poco a poco. Lo que debemos de tener claro es que antes de enfrentarnos con la fase siguiente, debemos tener claramente superada la anterior, no debemos abrir una puerta sin haber cerrado la anterior.
Resulta obvio que todo emprendedor parte de una idea. La creencia que ese nuevo producto que se puede desarrollar o ese nuevo servicio que vamos a prestar, puede tener éxito en el mercado y transformarse en un negocio lucrativo. La idea y la iniciativa para ponerla en práctica es el origen de todo el proceso
A priori, el primer paso para acometer esa nueva aventura empresarial es la evaluación de nuestra idea. Esa evaluación debe centrarse ya no tanto en la viabilidad o la rentabilidad de la misma, eso se hará en fases posteriores, si no en la aceptación que pueda tener en nuestro mercado potencial.
En muchos casos, los emprendedores guardan su idea "como oro en paño" y no la sacan a la luz por miedo a que se la copien, ese es el primer error. Debemos de pensar que, más que la idea, lo que nos va a llevar al éxito es el desarrollo posterior de la misma, además nuestra idea siempre será maravillosa para nosotros mismos, pero no tendremos el feed-back necesario para comprobar si es tan buena si no la difundimos. Por último, si realmente es tan buena, antes o después nos copiarán, por eso es tan decisiva la gestión posterioir de la empresa, eso es lo que nos va a diferenciar de la competencia.
Debemos de plantear nuestro proyecto de manera objetiva y no hay nadie más objetivo que el propio mercado (clientes, proveedores, competidores, etc). Lo ideal para hacer esta evaluación sería hacer un estudio de mercado, ya que nuestra idea nos parece la mejor del mundo, pero es necesario saber el impacto que tendrá en nuestros potenciales consumidores.
Debemos asegurarnos que al mercado le interesa lo que nosotros vamos a ofrecer y que está dispuesto a pagar por ello. Es necesario hacer un trabajo de campo para estudiar y confirmar que nuestra idea va a tener la demanda necesaria para que merezca la pena arriesgarse a ponerla en práctica.
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