Una de las ideas que en estos momentos de crisis empieza a tener cierto auge es el co-working. Que varios profesionales o pymes puedan compartir espacio y gastos generales y, de esta manera reducir los gastos fijos, parece una buena idea.
Profesionales o pymes que no pertenecen a la misma empresa ni sector y que utilicen instalaciones comunes, puede tener diversas ventajas, además de las económicas, pero también pueden surgir inconvenientes.
Desde luego, el ahorro de costes de compartir el mantenimiento de una pequeña estructura es evidente, pero además es posible establecer colaboraciones, traspasar contactos y clientes, intercambiar experiencias y consejos con el resto de empresarios del mismo espacio.
En cuanto a los inconvenientes, el primero que se me ocurre es el tema de la responsabilidad. ¿Quién es el titular del arrendamientos, de los suministros, etc.? porque el titular es el que tiene la responsabilidad del cumplimiento de los contratos.
Como siempre, cuando todo va bien, es muy poco probable que surgan conflictos. Pero ¿qué ocurre si alguno de los que comparte los servicios no paga su parte? o peor ¿qué ocurre si el titular de los contratos no paga las cuotas respectivas?
Esto podría solucionarse, a nivel del alquiler, con un contrato de subarriendo, pero cuidado, si el contrato de arrendamiento original no nos permite esta opción, podríamos tener problemas.
En fin, el co-working es una opción a valorar en determinadas circunstancias, pero dista de ser una estructura estable como, por ejemplo, un centro de negocios. Por tanto, antes de dar el paso, estudiemos bien dónde y con quién nos metemos.
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