Poco a poco los compañeros se van despidiendo para tomar sus vacaciones de verano, y también ya va quedando menos tiempo para que lleguen las nuestras (si no las hemos disfrutado aún), comenzando una época de sosiego y en la que contamos tiempo para reflexionar cómo ha ido el curso, analizar si discurre por los derroteros que deseamos, e incluso plantearnos cambios a futuro.
Esta época resulta mucho mejor para realizar ejercicios de este tipo, mejor que la navidad y el final de año, porque siempre andamos con la incertidumbre, los nervios y la tensión que genera el cierre del ejercicio, y el plus de esfuerzo que demanda.
Para realizar este ejercicio de una manera provechosa, primeramente tenemos que haber descansado unos días, habiendo conseguido restaurar la tranquilidad necesaria que nos permita ver las cosas desde un prisma objetivo, evitando que nuestras sensaciones e impresiones del día a día nos posicionen en un sentido u otro.
Adicionalmente, no debemos valorar la situación desde el corto plazo, buscando un horizonte más amplio, como por ejemplo desde el verano anterior o los dos últimos años, para así analizar si nuestras metas, objetivos e inquietudes se han ido desarrollando en el modo en el que queremos orientar nuestra carrera profesional.
Tal vez resulte un tanto complejo realizar este ejercicio, pero para que sea productivo tenemos que intentar abstraernos y concentrarnos en cuestiones concretas. Como por ejemplo, y si nos hemos marcado como objetivo mejorar nuestra comunicación oral, minorar los tiempos en la realización de ciertas tareas o rutinas, o la mejora que se ha producido en nuestra estrategia con clientes, apreciando si su satisfacción ha avanzado o no.
En Pymes y Autónomos | La vuelta de vacaciones es una buena época para fijarse nuevos objetivos o reconsiderar actitudes
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