A la hora de buscar a un candidato para cubrir una vacante en nuestra empresa hay aspectos que son fácilmente cuantificables, pero otros son más complicados de evaluar. Por eso no todo es currículum, hay otras habilidades que son decisivas a la hora de contratar. Pero no es fácil medirlas y por eso, al guiarnos en muchos casos por la intuición podemos cometer algún error.
Formación, experiencia laboral, idiomas, cursos de posgrado o máster, responsabilidad ejercida en otras empresas, son algunos de los aspectos que son cuantificables. Luego podemos entrar a valorar en la calidad de cada uno de los ítems, no es lo mismo haber trabajado en un departamento con un cargo X y bajo la responsabilidad directa de otra persona que era la que tomaba las decisiones, que haber trabajado con ese mismo cargo con autonomía.
Las habilidades intangibles
Sin embargo hay otros aspectos que no son fáciles de medir. Habilidades que tampoco son fáciles de adquirir. Se pueden trabajar y mejorar con el tiempo. Pero hay gente que las tiene de forma innata y otros no tanto. Por ejemplo la empatía o la facilidad para trabajar en equipo. Y no solo para trabajar, sino para ser un elemento que mejora el propio equipo de trabajo. Hay gente muy buena en su profesión, pero que luego no es capaz de hacer lo mismo cuando tiene que colaborar con alguien más o con otros departamentos.
Lo mismo ocurre con la gestión del estrés o la inteligencia emocional. Esto es algo que hemos podido comprobar en esta crisis económica. Hay gente que directamente con el estrés y la incertidumbre de qué va a ocurrir en el futuro se bloquea. No es capaz de pensar en cómo mejorar, cómo estar preparado cuando todo pase, hacer lo que está en su mano, porque hay cuestiones que no puede controlar. Es aquí donde la inteligencia emocional juega un papel fundamental.
Con los años y la experiencia laboral también se aprende a gestionar estos momentos complicados. No se vive igual la primera crisis económica que te afecta personal o laboralmente, que la segunda o la tercera. Se aprende a ponerte en el lugar de otros departamentos de la empresa, como empleado a ponerte en el lugar de tu jefe y viceversa.
Luego hay cuestiones como la capacidad resolutiva o la gestión del tiempo que solo se pueden evaluar durante el periodo de prueba. Es cierto que se pueden hacer pruebas o test, para determinar estas capacidades, pero solo en el trabajo del día a día se puede ver hasta donde llega cada uno. Y es algo muy importante que determina la productividad del empleado.
Los periodos de prueba son una fórmula que muchas empresas no aprovechan del todo. Hay algunas que solo en casos excepcionales dan como no superado este periodo y prescinden del trabajador. En muchos casos el problema está en volver a empezar todo el proceso de selección. Pero si se utilizan bien, si se forma y se somete al trabajador al seguimiento adecuado nos darán la medida de cuánto puede rendir en su puesto de trabajo.