Los últimos acontecimientos políticos acontecidos en el mundo han disparado el precio del petróleo, especialmente desde que Donald Trump cumpliese las previsiones sobre la retirada del acuerdo nuclear con Irán. El barril de Brent, el que normalmente se toma como referencia para calibrar el precio del petróleo, llegó a rozar los 78 dólares, lo que supone un máximo desde 2014.
Más allá de las repercusiones internacionales que estos acontecimientos pueden tener en la esfera política y geoestratégica mundial, lo cierto es que un petróleo caro es una mala noticia para la economía española. El cuadro macroeconómico que el Gobierno envío a Bruselas contemplaba un precio del crudo de 67,7 dólares el barril, y ahora mismo estamos 11 dólares por encima de esta cifra, lo que puede poner en jaque la recuperación de nuestro país.
Algunos expertos estiman que una escalada del precio del petróleo hasta los 80 dólares tendría un impacto sobre la economía española de 9.000 millones de €, y el crecimiento podría verse reducido en unas dos décimas. Esta circunstancia tan perjudicial la sufrirán las pequeñas y medianas empresas. Sin casi margen para absorber más costes, una eventual escalada en en el precio del crudo tendría repercusiones en los precios de los bienes y servicios ofertados.
Según cálculos del Ministerio de Economía, este mayor coste de producción tendrá consecuencias sobre el consumo y, en última instancia, sobre el empleo, a pesar de que impulsará la inflación por la mayor presión sobre los costes. Por supuesto, a nivel internacional, la subida en el precio del petróleo tendrá un impacto negativo sobre la competitividad de las empresas españolas y, en última instancia, de la economía española.
Con todo ello, los expertos se muestran todavía relativamente cautos ante esta amenaza. No cabe duda de que el precio del petróleo constituye un riesgo para un país tan dependiente de esta fuente de energía primaria, pero no debemos olvidar que hace solo unos años teníamos precios del crudo por encima de los 120 dólares.
En su conjunto, si finalmente el barril de Bren se instalara por encima de la cota de los 80 dólares, las consecuencias serían de una mayor desaceleración de la economía española, pero no se prevé a corto y medio plazo que esta circunstancia vaya a provocar un tsunami financiero a nivel mundial ni, por supuesto, a nivel nacional.
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