Los trabajadores españoles han tardado más de 15 años en volver a los salarios de 2008. Pero la recuperación sigue siendo desigual

Los trabajadores españoles han tardado más de 15 años en volver a los salarios de 2008. Pero la recuperación sigue siendo desigual
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Han pasado más de quince años desde que estalló la crisis de 2008 y, si bien los datos a nivel macroeconómico han mostrado una recuperación, muchos autónomos y pymes no han notado mejoras reales en sus ingresos.

El salario medio ha comenzado a repuntar, pero sin que se traduzca en un alivio compartido. Una cuestión que está directamente vinculada con las dificultades de ajustar la brecha salarial entre España y la eurozona, que se ha seguido ampliando hasta alcanzar un 31 %, según un análisis reciente de Our World in Data.

¿Y los autónomos?

Si bien los sueldos empiezan a subir, el ingreso medio de los autónomos sigue estancado o incluso ha retrocedido. En muchos casos, los márgenes se han reducido, los costes han aumentado y la competencia (con o sin IVA) ha endurecido las condiciones para sostener un negocio.

El problema es doble: por un lado, muchos pequeños negocios no han podido subir precios al ritmo de sus costes. Por el otro, el consumo interno sigue debilitado en muchos sectores, precisamente por la pérdida de poder adquisitivo acumulada en los últimos años.

Entre los elementos clave que han influido en la recuperación salarial está el aumento del salario mínimo interprofesional (SMI), que ha pasado de 735,9 euros en 2018 a 1.184 euros en 2025, un 60,9 % más. Esta subida ha sido vital para millones de trabajadores en empleos poco cualificados o precarizados, pero también alcanza a un porcentaje concreto de los trabajadores (el primer tercil salarial).

Del mismo modo, ha supuesto un reto importante para muchas pequeñas empresas y autónomos, especialmente en sectores como la hostelería, el comercio o el campo, donde los costes laborales tienen un peso muy alto y los márgenes son más reducidos. Subir sueldos sin capacidad para ajustar precios se traduce, en muchos casos, en menos contratación o, por lo menos, en cargas que resultan difíciles de asumir.

¿Es la recuperación salarial… un espejismo?

El SMI ha subido por encima de la inflación acumulada, pero el salario medio no lo ha hecho. De hecho, ha crecido 4 puntos por debajo del IPC, lo que significa que muchos trabajadores y autónomos han perdido capacidad real de gasto, como se traduce en muchas economías familiares, donde muchos trabajadores no han conseguido mantener su nivel de vida.

En 2023, a pesar de los buenos datos a nivel "macro", el salario medio de los trabajadores españoles seguía siendo, en términos nominales, un 7,6 % inferior al que se registró en 2009.

Una situación más precaria que la vivida por la mayoría de los países de la eurozona, que experimentaron una recuperación más rápida y segura, superando hace tiempo los niveles previos a la crisis.

Además, estas cifras esconden numerosas desigualdades, pese a un salario medio (total de salarios entre número de trabajadores) superior a los 26.000 euros (2022): el salario mediano (50 % por debajo) fue de 22.383 euros y el más frecuente apenas superó los 14.586 (menor al SMI). Estas diferencias revelan una distribución donde los sueldos más altos elevan artificialmente la media sin reflejar la realidad del conjunto de la población.

Sin mejoras concretas

La estadística dice que estamos recuperando los niveles salariales de antes de la crisis de 2008. Pero quince años después, hay muchos profesionales por cuenta propia que siguen sin ver esa mejoría.

Los datos económicos no se han traducido en mayor estabilidad, ingresos sostenibles y una carga fiscal razonable. Asimismo, los datos aportados (arriba) por Max Roser han sido puestos en tela de juicio, ya que se centran en el poder adquisitivo a través de los salarios reales, que se calculan ajustando los salarios nominales según la inflación (es decir, el IPC general).

El resultado de esta combinación es evidente: la recuperación salarial ha sido desigual y, en gran parte, impulsada por factores externos a la negociación colectiva tradicional.

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