La mayoría de expertos aseguran que estamos a las puertas de una nueva recesión económica. Desde luego, la desaceleración ya es una realidad, porque crecemos menos que en años anteriores, y esta deriva podría acentuarse en los próximos años si finalmente se cumplen las previsiones de los principales organismos nacionales e internacionales.
Ante esta circunstancia, las entidades temen por un nuevo repunte de la morosidad, que en la actualidad se sitúa en mínimos desde el comienzo de la crisis en 2008. No en vano, en el segundo trimestre de 2019, el monto total de los créditos dudosos se situó en 33.349 millones de euros, 4 veces menos que en 2013, según datos del Banco de España.
Todos los sectores de actividad han registrado descensos en la morosidad, pero sobre todo destaca el sector servicios, donde el volumen de créditos dudosos se ha reducido casi un 80%. Entre ellos, donde más se aprecia esta caída es en el sector inmobiliario, que ha pasado de 67.190 millones de euros en 2013 a 6.580 millones de euros en 2019.
Esta es, sin duda, una buena noticia que tiene que ver con la recuperación económica y con el hecho de que el crecimiento de la economía en los últimos años se haya consolidado en porcentajes cercanos al 3%. Si hay actividad, las deudas se pueden pagar, lo que a su vez hace disminuir la morosidad.
No obstante, el temor a una nueva recesión puede avanzar una época de crecimiento de la morosidad empresarial. Una situación que sería desastrosa para una banca que ya vivió un proceso de reestructuración durante los últimos años debido en gran medida al gran volumen de créditos dudosos en cartera.
¿Seguirá esta tendencia tan positiva en los últimos años? Todo depende, en buena medida, de la liquidez de las pymes y de la capacidad de pago de sus créditos vivos.