La financiación del activo circulante es una de las tareas más complicadas dentro del control financiero de nuestra empresa. Una mala gestión en este sentido puede provocar problemas con nuestra posición financiera, encarecer nuestros gastos financieros o, incluso, acabar en una eventual suspensión de pagos.
Por este motivo, es importante saber controlar tanto las fuentes de financiación como el flujo de cobros y pagos para evitar fondos de maniobra estructuralmente negativos o posiciones de tesorería subóptimos que pueden llegar a disminuir la cuenta de resultados de nuestra empresa de manera sustancial.
El activo circulante de nuestra empresa, dada su facilidad para ser convertido en dinero líquido, se debe financiera por capitales cuya exigibilidad sea a corto plazo. De esta manera, a medida que el activo se vaya convirtiendo en dinero servirá para hacer frente a las deudas con que se haya financiado.
Conviene recordar, no obstante, que una parte de este activo (la más estable) debe estar financiada con recursos a largo plazo. Precisamente, esta parte de capitales permanentes que financian el activo circulante es lo que se conoce como fondo de maniobra o fondo de rotación. Si este parámetro es negativo, los problemas de tesorería no tardarán en llegar, puesto que en este caso las obligaciones a corto plazo a las que tendremos que hacer frente serán mayores que nuestros cobros.
Una situación que puede conducir a la empresa a una eventual suspensión de pagos y que requeriría una intervención urgente para sanear nuestro balance, bien sea mediante una refinanciación de nuestros préstamos a corto plazo o bien mediante un mayor flujo de cobros y pagos que aumente nuestro activo circulante.
En Pymes y Autónomos | ¿Qué es el fondo de maniobra y por qué es una magnitud tan importante? Imagen | SupportBiz