Hacía tiempo que no iba por la zona de comercio local de mi ciudad. Algunas tiendas siguen ahí, con sus clientes de toda la vida y alguno nuevo. Ni las grandes superficies ni gigantes como Amazon han podido con ellas.
Abrir la puerta de un comercio local es sinónimo de cercanía. Me resultó llamativo que en dos lugares me recordaran, puesto que no he podido ir hasta el centro de la ciudad. ¿Puede haber algo más gratificante que hacer una compra sencilla y conversar?. Esa baza, la del trato directo es la que tienen las tiendas de tu ciudad. Y saben que otro enemigo es la inmediatez, los precios: que te lo lleven a casa.
Si partimos de un punto de vista pragmático: sí, se hacen muchas compras a través de internet, y cada día más. Pero, también las pymes se están poniendo las pilas y dentro de sus posibilidades hacen lo imposible por estar presente en la red.
No todas con buena fortuna, pero al menos lo intentan. De cara a septiembre muchos ayuntamientos anuncian programas para ayudar al comercio local. Por ejemplo, en Plasencia tienen pensando crear una campaña 'mágica' basada en la saga de Harry Potter: descuentos, actividades, premios relacionados con la obra de J.K. Rowling y dotar a las calles de alegría.
Comprar a través de la red es sencillo pero también da problemas. Un producto que no es como esperabas y lo necesitas ya. Ahora has de devolverlo y esperar a que te ingresen el importe. ¿Es posible que tras comprar un producto a través de internet y tener una mala experiencia, el cliente se decida por intentarlo en una tienda de su barrio?
Equivocarse de producto es fácil o que al llegar no cumpla nuestras expectativas. ¿Entonces? Quizás no sea tan extraño que si disponemos de diez minutos, adquiramos el mismo producto en un comercio local.
Quizás se trate de un planteamiento algo romántico, pero no hay que perder la esperanza en que las zonas con comercios pequeños, no desaparezcan, si todos cumplen con sus obligaciones.
Los tiempos han cambiado, ahora hay que salir a la calle, hacer ruido, no se puede esperar a que la puerta se abra y se obre el milagro.
Y está demostrado que tanto Ayuntamientos como los propios comerciantes, ponen de su parte y mucho. Conversar, tocar el producto, son sus bazas, ésa es la verdadera magia para que nuestras calles no queden desiertas.
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