El tema de horarios de apertura en domingos y festivos es una cuestión que ha traído de cabeza al pequeño comercio. Siempre se ha hablado de la nula competencia que podían hacer respecto a las grandes superficies. Y una vez más, se ha vuelto a comprobar este baile de cifras en el calendario donde se refleja los días que sí se puede abrir, despista y mucho al cliente.
Pero lo peor de todo, genera pérdidas. Algunas tiendas cerraron porque pensaron que otros años este festivo del 15 de agosto no era una fecha importante ni clave para que las ventas aumentaran. Pero en el mundo de las ventas no hay nada seguro, y este mes de agosto en la Comunidad Valenciana, por poner un ejemplo ha sido bueno.
Las cafeterías y los bares lo tienen claro. En época estival hay que trabajar más. Ya llegará el invierno y con él en una zona turística, menos clientes y más mesas vacías. En un día festivo que es sinónimo de salir a la calle, tomar un helado o consumir, si el consumo se ha convertido en una manera más de divertirse, cerrar el negocio no parece a priori, una buena opción.
Es verano y hay clientes para todos. Centros comerciales, grandes superficies y cafeterías del centro o de cualquier punto de la ciudad están a reventar. ¿Pero qué pasa con los comercios? Los responsables de las grandes superficies defienden que en días festivos abren a as 11:00 y cierran a las 21:00, lo cual está muy bien pero resulta extraño cuando hay clientes esperando.
La diferencia entre los establecimientos de comida y de ropa y otros productos descoloca a los clientes que optan por acudir a un centro comercial. Los clientes no están tan al tanto de los horarios y mucho menos de los domingos que sí se abre. Es más, a veces, se da por hecho que no hay nada abierto.
Si la tarta que son los clientes ahora resulta que da para todos, me parece llamativo que muchos negocios cierren o abran a las 12 del mediodía cuando hay personas que aprovechan para hacer la compra o sencillamente pululan alrededor de un establecimiento.
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