Muchas son las voces favorables a que los jóvenes emprendan sus propios negocios como mecanismo para salir de la crisis, entre los que me incluyo. De hecho, alguna de las medidas del Gobierno han ido encaminadas a favorecer el emprendimiento entre los jóvenes menores de 30 años.
Sin embargo, si bien es cierto que los menores de 30 años son uno de los colectivos con mayor potencial de innovación y creatividad, las personas más adultas pueden aportar otros factores que sin duda pueden beneficiar nuestro negocio. ¿Cuál es la edad ideal para crear nuestro negocio?
Juventud, divino tesoro
La mayor ventaja que puede tener un emprendedor joven son las ganas de trabajar y la frescura. El hecho de que, para muchos jóvenes, la aventura empresarial sea la primera experiencia laboral hacen que sin duda se ésta se coja con muchas más ganas que si ya hemos estado trabajando antes.
Además, tienen una mayor tolerancia al fracaso. Si un joven empresario fracasa, se levantará con mucha mayor facilidad que una persona mayor de 50 años, por poner un ejemplo, por el hecho de tener menores cargas familiares y mayor proyección de futuro. Los jóvenes, en este sentido, tienen menos que perder que los emprendedores mayores.
Además, tienen muchos menos problemas para poner en duda todos los prejuicios de la sociedad, en contraposición con los mayores que suelen ser mucho más conservadores, lo que les permite proponer soluciones mucho más novedosas y creer en ellas sin el escepticismo que podría tener una persona de más edad.
Sin embargo, a los empresarios jóvenes les falta algo muy importante: la experiencia. No es en absoluto algo insuperable, pero sí que puede marcar la diferencia entre una buena y una mala gestión.
Emprender a partir de los 40: ¿abocar el negocio al fracaso o el primer paso para el éxito?
En mi opinión, cuando una persona decide comenzar una aventura empresarial a partir de los 40 años, no ha de preocuparse en absoluto en pensar que son demasiado mayores para emprender. Las personas mayores tienen una serie de ventajas con respecto a los jóvenes que les hacen diferentes a las personas jóvenes.
En primer lugar, porque la experiencia es un grado. Pasados los treinta años, los emprendedores suelen tener una amplia experiencia en los negocios y una formación empresarial que les hace no caer en los errores de los principiantes y centrar sus esfuerzos en lo que realmente merece la pena. Además, las personas mayores cuentan con una mayor red de contactos profesionales, un activo que en muchas ocasiones marca la diferencia entre un negocio sano y otro no tanto, y que suele tomarse con cierta pasividad en la mayoría de ocasiones.
Además, cuanto más esperemos más dinero habremos ahorrado para montar nuestro negocio, y menos tendremos que pedir prestado, hecho que hará que nuestro negocio sea mucho más solvente que aquellos que cuentan con un alto grado de apalancamiento.
Conclusión: no hay edad ideal para emprender nuestro negocio
Al igual que no hay momento malo o idóneo para emprender, tampoco hay edad mala para emprender nuestro negocio. Todo depende de las ganas que tengamos para ello. Emprender es arriesgarse, y da igual si tenemos 15, 45 o 80 años. Cada edad nos proporciona una madurez totalmente diferente, lo que supone un activo muy beneficioso para nuestro negocio; beneficio del que deberemos sacar partido para llevar la empresa al éxito.
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