Emprender por vocación o necesidad. He aquí una historia más que curiosa sobre lo segundo. No se trata de una empresa propiamente dicha pero sí de un ejemplo que ilustra la capacidad de las personas para "buscarse la vida". Hace seis meses dos hermanos, José Luis y Manuel Meirás, salieron a pasear y el cerco que rodea las torres de alta tensión de 20.000 voltios de su aldea en Oseiro (A Coruña), les encendió la bombilla. Qué desaprovechada esta valla y el terreno que guarda. Fueron a comprar cuatro gallinas por 22 euros y levantaron una caseta de madera para que se protegiesen de la lluvia. Listo el gallinero. Rutina diaria de trabajo: cargar con verduras, pan reseso y pienso para el engorde de las aves. Ahora ya son 21 las gallinas (hubo unos cuantos gallos que ya acabaron en la cazuela) que ponen docena y media de huevos a la semana.
Por supuesto, la autoridad ya se ha interesado por la situación, pero los hermanos Meirás que no trabajan en otra cosa, han esgrimido muy buenas razones para mantener su medio de vida. Cuando la Guardia Civil se ha acercado para advertir de que ese no es un lugar adecuado para criar aves, se han defendido como gallos de pelea. "No le hago daño a nadie” - afirma uno de los hermanos. “Todo lo contrario, pues las gallinas mantienen limpia la torreta”.
Y no solo eso. Las gallinas ya son como de la familia o por lo menos ya tienen nombre. Ahí tenemos a Punki (por su pintoresca cresta), Fátima (la más guapa y lozana, bautizada así en recuerdo a un viejo amor) o Candelaria (la más garbosa del gallinero).
Sorprendente. Cuando los 1.200 vecinos de Oseiro llevan diez años rogando a Dios para que les quiten de encima las líneas de alta tensión, van dos vecinos y hacen del problema una oportunidad.
¿Gallinas poniendo huevos bajo de las temidas torres de alta tensión? Solo falta que las compañías eléctricas vean en esto una oportunidad para demostrar que son inocuas para la salud...
Imagen | Buscarempleo.es Vía | La Voz de Galicia