Este es un debate que está cada vez más en boga. La escasez de crédito y la necesidad de buscar inversión privada para capitalizar proyectos lleva a la necesidad de valorar la empresa para definir que porcentaje de participación se otorga a cambio de dicha inversión. Ante ésto ¿cómo se determina cuánto vale mi empresa?
La respuesta a esta pregunta puede hacerse desde dos puntos: el realista o el interesado. Para la segunda opción basta con establecer la cantidad a aportar y cuál es la participación que se pretende dar a cambio. No importa el resto, el valor es el que a nosotros nos interese. Lógicamente si queremos ser serios, el planteamiento ha de ser diferente.
La primera opción para valorar la empresa es acudir al valor contable. Teniendo en cuenta el balance de la empresa, sus bienes, derechos y obligaciones, podemos saber la cantidad real. Lógicamente en empresas recién creadas este valor es escaso.
Atendiendo a que el valor se puede incrementar por las expectativas de éxito del negocio que se desarrolla o se pretende desarrollar hay un intangible que se debe considerar.
¿Cómo calcular ese intangible? Una opción lógica sería por comparación, acudir a la valoración de empresas similares a la nuestra y que ya hayan tengan desarrollado su modelo y fijar una cifra similar. La comparación debe hacer sobre más un ejemplo y no sobre aquel que puede ofrecer un resultado más satisfactorio para nuestros intereses.
¿Y qué pasa si no hay con quien compararse? Habrá casos, los menos, en los que si se trata de un modelo de negocio innovador no haya una referencia clara con la que compararse. En estos casos debemos hacer un ejercicio de responsabilidad y establecer una valoración en base a previsiones de resultados, siempre bajo un criterio de prudencia e intentando no crear expectativas que luego no se puedan cumplir para obtener una cantidad mayor de dinero.
En Pymes y Autónomos | ¿Cómo se valora una empresa en el Impuesto de Patrimonio? Imagen | Contando Estrelas