El retorno a la oficina está generando tensiones nunca vistas entre empleados norteamericanos y sus empresas. Si hace unos días, veíamos cómo los cargos directivos no se aplican siempre lo que dicen (como el CEO de Starbucks), parece que los esfuerzos por recuperar la presencialidad encuentran, cada vez, mayores resistencias.
Según un estudio de BetterUp, existe un conflicto sin resolver entre las expectativas laborales y la calidad de vida en EEUU: o sea, que hay menos oferta para trabajar en remoto, pero seguimos resistiéndonos a volver a la oficina.
Volver a la oficina, obligados
De trabajar en casa, muchos empleados han pasado a una vuelta obligada al trabajo presencial. Los argumentos principales se centran en la cultura empresarial y la mejora en las comunicaciones internas.
La encuesta de 2024 realizada por BetterUp ha confirmado que hay un 50 % menos de trabajos remotos disponibles frente a los años anteriores. Para la empresa, es una necesidad (incluso cuando se había prometido un modelo no presencial a largo plazo en muchos equipos), para los empleados empieza a traducirse en mayor estrés, agotamiento, y una creciente intención de abandonar sus puestos.
Lo cierto es que, al margen de la gestión emocional de cada uno, volver o no a la oficina parece una decisión poco realista. En muchos casos, no hay margen para decidir, ya que está tocando huesos duros, muy duros: la necesidad de trabajar, el primero, pero este también arrastra otros, como la presión sobre los recursos financieros de los trabajadores (y de las empresas) y las flexibilidad de los empleados.
Además, según recogía Fortune, el gasto promedio adicional mensual de los empleados que han vuelto a sus oficinas alcanza los $561, una cifra que equivale, aproximadamente, al coste mensual en alimentos del hogar medio norteamericano.
Impacto directo sobre el bienestar
Entre las quejas destacan, por un lado, el alto impacto de los desplazamientos, que la mayoría de trabajadores asocian con más estrés, menos tiempo libre y un menor bienestar.
Al perder flexibilidad para combinar las tareas de casa con su perfil laboral (algo común en la pandemia y en los años posteriores), muchos trabajadores sienten que su tiempo está más limitado que nunca, dice el estudio. A todo ello, se unen los desplazamientos hasta el trabajo, que también minimizan la capacidad para gestionar otras responsabilidades.
Muchas personas, en España, se mudaron a ciudades más pequeñas durante y después de la Covid-19, en Norteamérica igual, con vistas a aprovechar el teletrabajo y tener más tiempo libre en sus días. Por ello, les está costando asumir una vuelta a los viejos, viejos tiempos.
Por descontado, tras la excepcionalidad de la época anterior, en la mayoría de los casos, las empresas pueden obligar de un modo u otro a volver a la oficina. Sin embargo, cabría analizar cómo está afectando esa vuelta a la confianza dentro de las organizaciones.
Entre las conclusiones que compartían desde BetterUp: los empleados (evidentemente) ya confían menos en las firmas, se sienten ignorados y se comprometen en menor medida con sus equipos.
En otras palabras, menos productividad y peor ambiente laboral. Así, todas las grandes ventajas que intentan vender las empresas en relación con la vuelta a la oficina, podrían subvertirse rápido ante el "volvéis, porque hay que volver a trabajar presencialmente, y ya."
Hay beneficios
Por descontado, los beneficios del trabajo presencial incluyen la vuelta a viejas (y buenas) rutinas, como la oportunidad de fortalecer relaciones sociales y desarrollar hábitos saludables. Sobre todo, separar de manera más clara la vida laboral de la personal.
Sin embargo, todo indica que, una vez más, EEUU nos está mostrando el camino aquí: el aprendizaje debe ser que las empresas necesitan enfrentar el regreso con mayor empatía, ofreciendo soluciones personalizadas (por ejemplo, jornadas flexibles) o apoyo financiero para reducir la carga sobre los trabajadores. La realidad, a menudo, es: "guerra al teletrabajo".
Pero también se pierden otros
Pueden pintarla de rosa, pero una... mala situación, o un escenario menos ventajoso, seguirá siéndolo, te pongas como te pongas. Y, en este caso, está claro que lo es para los empleados que deben decir adiós al trabajo en remoto, pagar más dinero a final de mes, dedicar más tiempo a desplazarse y contar con menos opciones para conciliar su jornada laboral.
El regreso a la oficina no solo representa un cambio de lugar, sino un rediseño profundo de las dinámicas laborales. Los datos demuestran que, si se implementa sin sensibilidad, el impacto puede ser contrario a esa búsqueda de dinámicas más colaborativas basadas en el trabajo presencial.
¿Y es mejor el on-line o el presencial? Pues varios estudios (como este) afirman que la gente dedica más horas totales a su empresa trabajando en remoto, pero pueden haber otras características no tan ventajosas, claro.
En resumen, si se desea que los trabajadores vuelvan a la oficina, escuchar y apoyar a los empleados durante este proceso será crucial para evitar una desconexión mayor y fomentar un entorno laboral más equitativo y sostenible.