La llegada de los generación baby boom a sus edades de jubilación ha despertado numerosas voces de alarma. La razón es que los trabajadores nacidos entre 1958 y 1977 están empezando a llegar al retiro, con pensiones, a menudo, que serán difíciles de igualar a futuro.
Según compartió el economista Gonzalo Bernardos para La Sexta Xplica, "hacen falta ajustes para poder pagar las jubilaciones de los boomers". Hay varias medidas que podrían llevarse a cabo, aunque el tertuliano apuesta, sin duda, por una jubilación más tardía.
Retrasar las (futuras) jubilaciones
No es el único economista en televisión, pero sí ha sido aquel más comentado en los últimos días: la razón, que ha tocado nervio, o eso parece.
En España, ya existe un miedo generalizado a tener unas pensiones cada vez menores, e incluso a su posible pérdida. Ante esto, Bernardos apuntó dos datos significativos que deberían revisarse: el primero, está relacionado con las subidas conforme al IPC; el segundo, que debería revisarse el déficit real, que considera que es superior a los 65.000 millones.
Por lo tanto, se prevé una necesidad clara de ajustar el sistema ante la llegada de nuevos pensionistas, que cada vez suponen un grupo mayor frente a la fuerza de trabajo actual. Una dependencia (trabajador-jubilado) que, progresivamente, se irá acrecentando hasta 2050.
Más años de cotización
Bernardos ve tres ajustes posibles: un aumento en las cotizaciones sociales, una reducción de las pensiones o una jubilación más tardía para los futuros trabajadores, según apuntó. Aclaró también que las personas con trabajos físicos no entrarían en este baremo, debido a un desgaste mayor que supone la necesidad de un retiro anticipado.
En cualquier caso, esta medida casa poco con otra de las grandes preocupaciones de los trabajadores en activo que, junto al estrés laboral, ven con preocupación el retraso en la edad de jubilación.
Ajuste de las pensiones
El planteamiento de Bernardos no encaja con la perspectiva de otros reputados economistas, como Santiago Niño-Becerra, que no ve viable el sistema de pensiones actual, debido a factores estructurales, como los salarios o el desequilibrio entre cotizaciones e ingresos. Sus propuestas, por tanto, han ido de la mano de crear impuestos adicionales o ajustar las pensiones al ingreso real disponible del sistema, desvinculándolas de las contribuciones previas de los trabajadores.
En su caso, Niño-Becerra hace especial hincapié en las consecuencias económicas que recaerán en las generaciones más jóvenes, que cada vez deberán sostener un sistema con trabajos precarios o temporales, propios del empleo actual, y una mayor carga fiscal en general para los ciudadanos.