Comenzar un negocio es muy parecido a ser padre. No sólo tienes que prepararte para su puesta en marcha emocional y económicamente, tiene que estar comprometido con sus necesidades hasta que sea lo suficientemente maduro como para andar por su cuenta. E incluso entonces siempre es necesario ayudarle en alguna situación. Algunas preguntas que conviene hacerse...
¿Cuál es mi tolerancia al riesgo? Ya se trate de dejar su trabajo actual o de la firma de un contrato de alquiler de un nuevo espacio, iniciar un negocio no es para los débiles de corazón. Debe disponer de suficiente pasión para afrontar cualquier circunstancia que puede llevarle al fracaso porque no hay ninguna garantía de éxito, o incluso un sueldo fijo. Si usted es tiene aversión al riesgo, el espíritu empresarial, probablemente no es el camino correcto.
¿Soy bueno en la toma de decisiones? Nadie más lo va a hacer por ti cuando eres el dueño de tu propio negocio. Considere cómo podría manejar estas decisiones: ¿Trabajo desde casa o puedo alquilar espacio de oficina? ¿Debo contratar a empleados? ¿Me enfoco en clientes de gama alta o vendo a las masas? ¿Cómo puedo publicar anuncios? ¿Debo pedir dinero prestado a amigos o familiares? ¿Utilizo mis ahorros? Tenga en cuenta que el proceso de toma de decisiones se vuelve más complicado conforme pasa el tiempo, por lo que debe tener confianza en su capacidad para tomar la decisión correcta.
¿Podré evitar el desgaste? Trabajar siete días a la semana, perder contacto con amigos, abandonar aficiones e intereses y no disponer de tiempo para sus seres queridos puede conducir rápidamente al agotamiento
Sea honesto a la hora de iniciar su proyecto
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