Una de las reivindicaciones del sector de la hostelería, uno de los más perjudicados por la crisis y restricciones del COVID es una bajada del IVA para poder mejorar sus cuentas. Se trata de mantener precios y tener algo más de margen de beneficio. Parece razonable aunque es una estrategia que puede volverse en su contra y deberían tener cuidado con el efecto búmeran en la bajada del IVA que solicita la hostelería.
En primer lugar porque España ya paga un IVA reducido en este sector, del 10%. Esto hace que una botella de vino que compramos en el supermercado y la misma botella servida en una mesa tengan un impuesto diferente, el 21% frente al 10%. Además el efecto no sería tan importante. No es lo mismo que nos reduzcan a un 10% el IVA si pagamos el 21%, que pasar del 10 al 7%.
La cuestión es que Europa ya lleva años indicándonos que tenemos que subir el IVA, no tanto el tipo general como que determinados sectores tengan ese tipo reducido, y la hostelería lleva tiempo en el punto de mira. El problema es el peso que tiene en nuestro PIB y sobre todo en la generación de empleo, por eso por el momento ningún gobierno se ha atrevido a tocarlo. Hasta ahora.
La hostelería es uno de los sectores que más ayudas está recibiendo, por el impacto de la crisis en el mismo. No llega para todos y muchos consideran que es insuficiente. Bajar el IVA ayudaría, pero si no se factura no hay mucho que hacer. Y al final todo esto tenemos que devolverlo. Y la solidaridad del resto que ahora demandan tendrán que ejercerla ellos cuando la situación se normalice.
Y lo normal es que el IVA vuelva a subir, justo cuando vuelven a facturar más. Se podrían conformar con quedarse como están, aunque no sería raro que les pusieran un tipo reducido mayor del actual, en torno al 12 - 15%. Esto supone en términos globales que los clientes de estos negocios consumen algo menos y pagan algo más. Y una merma de beneficio para el local.
Pero no sería la única medida. Los pequeños negocios que tributan en módulos sin duda verán rebajados sus límites. Posiblemente este mismo año, donde con la baja facturación no se verían afectados, pero si el próximo si entramos en fase de recuperación. Y no sería raro que se programaran nuevas bajadas de límites en años sucesivos.
Si a esto le añadimos la implantación de un control de la facturación en tiempo real a medio plazo el resultado es que muchos negocios acabarán por pagar más. Porque al fin y al cabo de algún lugar tiene que salir el dinero para devolver todas las ayudas y las prestaciones que ahora se otorgan. Europa nos ha financiado, pero ese dinero lo tendremos que devolver. Y todos, los ciudadanos también, acabaremos pagando más y recibiendo menos.