La frase del título evoca al famoso The economy, stupid!, la famosa frase promovida por James Carville, asesor del demócrata Bill Clintion, durante su exitosa campaña electoral de 1992, que dejó descolocado al todavía presidente George Bush padre que se jactaba de sus logros en política exterior en lugar de centrarse en la política a nivel interno de Estados Unidos.
Con los impuestos pasa algo parecido. Numerosos analistas económicos consideran que la subida de impuestos está plenamente justificada debido a que la presión fiscal que soportan familias y empresas está todavía por debajo de la media europea. Pero, ¿podemos tomar la presión fiscal como un arma política para argumentar nuevas subidas impositivas? El indicador que interesa es, en realidad, el esfuerzo fiscal.
Para empezar, al hacer uso de datos de la presión fiscal, que mide la relación entre la recaudación tributaria y el PIB, los defensores de nuevas subidas impositivas mezclan recaudación fiscal baja con impuestos reducidos. Si bien es cierto que la presión fiscal se ha desplomado en los últimos años, lo ha hecho como consecuencia de un desplome en la actividad económica general. En 2013, la preción fiscal en España se situó en el 32,6% del PIB, uno de los niveles más bajos de la OCDE y por debajo de países como Dinamarca, Suecia o Alemania.
Sin embargo, la presión fiscal no nos dice nada del esfuerzo real que realizan los ciudadanos a la hora de pagar impuestos, puesto que no tiene en cuenta ni las rentas de las familias y ni los beneficios empresariales. Por este motivo, es más correcto hablar de esfuerzo fiscal, que relaciona la presión fiscal con la renta media de una región. Así, si dos países tienen la misma presión fiscal, es más gravosa la carga impositiva para aquellos ciudadanos que tengan que una renta más reducida.
En este sentido, el esfuerzo fiscal realizado por los españoles es el quinto más gravoso de Europa (con un valor de 0,14 según datos del Instituto Juan de Mariana), solo por detrás de Portugal, Italia, Grecia y Francia y muy por delante de países con estados de bienestar plenamente consolidados como Dinamarca, Suecia, Finlandia u Holanda. De hecho, la baja recaudación tiene relación con el elevado esfuerzo fiscal, que inventiva a los agentes económicos a desarrollar su actividad en la economía sumergida en lugar de regularizar su situación ante Hacienda y la Seguridad Social.
El esfuerzo fiscal es, por tanto, un concepto mucho más cercano a nuestra realidad individual, por más que les pese a los políticos. Con todos los matices que queramos, subir los impuestos no es la solución porque desincentiva aún más la actividad empresarial privada y, por tanto, la creación de empleo, por mucho que todavía haya burócratas que quieran hacernos creer lo contrario.
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