Los límites de la inteligencia artificial siguen difusos, pero esa amenaza silenciosa que flota en el aire (esa que dice que nos van a sustituir a todos en el trabajo) parece ir cogiendo forma.
Según Mustafa Suleyman, cofundador de Google DeepMind: "de ahora en adelante nos va a convertir en personas muy productivas"; posteriormente, "según la IA vaya desarrollándose va a existir el peligro de que nos pueda sustituir, por lo que habrá que hacer algo para evitarlo ya que podría ser un problema grave en el modelo actual de mercado."
¿El fin de los traductores?
Y esta transformacion puede que se esté acelerando a pasos agigantados cuando Vasco Pedro, CEO de Unbabel, empresa de traducción impulsada por IA, considera que podríamos reemplazar a los traductores humanos por sistemas automatizados en menos de 3 años.
Pedro sostiene que las tecnologías de IA están alcanzando un nivel de madurez suficiente como para abordar tareas tradicionalmente realizadas por los profesionales. Así, su empresa ha sido pionera en este enfoque híbrido durante la primera fase, entre la edición (o revisión), todavía necesaria, por parte de los traductores y el aprovechamiento de las IA en la rutina laboral. Hoy, ya cuentan con un primer producto capaz de realizar traducciones a 32 idiomas sin intervención humana.
Según Unbabel, la calidad alcanzada por estos sistemas es tan alta que, en el futuro próximo, solo se requerirán supervisiones excepcionales.
Todo ello, suena maravilloso en el papel, y puede hacer realidad el sueño de muchas personas (acceso a la información, nuevas oportunidades, menos fronteras...), igual que las propuestas todavía más ambiciosas de Google Deepmind o DeepL, con traducción de documentos, traducciones por voz en tiempo real y modelos avanzados de lenguaje, entre otros.
Pero ¿quedará trabajo?
Estos avances técnicos plantean un debate muy, muy complejo: ¿cuál será el futuro de los traductores? Si bien puede existir una fase inicial que pase de la traducción activa a la supervisión de la IA, estudios recientes sugieren que la automatización podría eliminar una cantidad significativa de empleos en el sector.
Según Ranstad Research, en diez años se prevé la destrucción de 400.000 puestos de trabajo españoles debido a la IA. Entre los más afectados: el comercio, las actividades administrativas e incluso la hostelería.
Aquí el factor clave es la rentabilidad, y la traducción no es una excepción a la regla: hablando en plata, utilizar una IA resultará mucho más barato que contratar a traductores humanos y, pronto, la tecnología no será un problema para tomar esta decisión. Quizá la ética, pero eso es otra historia.
A corto plazo, según Vasco Pedro, los ingresos por palabra traducida, o sea, los sueldos (el baremo que suele utilizarse para presupuestar proyectos), podrían disminuir drásticamente, así como el volumen de contenido traducido aumentará exponencialmente. Un cambio que, a priori, se espera que beneficie a las tecnológicas, pero que puede dejar en el paro a miles y miles de profesionales.
Gobiernos y empresas
El impacto de la IA en el empleo ha motivado diversas iniciativas para preparar a la fuerza laboral de cara al futuro. Entre ellas, destaca el Foro Económico Mundial, cuyo objetivo es proporcionar nuevas habilidades a mil millones de trabajadores para 2030.
La Organización Mundial del Trabajo también ha promovido y creado programas de competencias digitales y adaptabilidad a las nuevas tecnologías, para mitigar los riesgos del desempleo tecnológico en sectores donde la automatización está sustituyendo trabajos tradicionales.
Un mercado dominado por la IA en el ámbito de la traducción es solo el primer ejemplo de cómo la tecnología está replanteando el mundo laboral. El 40 % de los empleos se verán afectados por la IA, en distinta medida. Por desgracia, no hay una respuesta clara más allá de políticas para integrar o desplazar a los trabajadores a nuevos puestos en el ámbito tecnológico. Pero ¿si no hay puestos o estos se reducen notablemente?
Tanto DeepL como Google (en su división, Deepmind) han reconocido que la IA transforma y seguirá transformando el mercado. En lo que se refiere a Deepmind se han promovido investigaciones para medir el impacto de la IA (en concreto, el Responsibility and Safety Council y el AGI Safety Council) con el objetivo de minimizar el desempleo.
En la Unión Europea, se ha establecido un marco legal (el AI Act) centrado en imponer reglas estrictas a sistemas de alto riesgo, así como programas de formación, reciclaje y fondos sociales.
La cuestión es: ¿podemos poner palos a las ruedas en un mundo globalizado donde todo va a estas velocidades? Y ¿quiénes ganan, y pierden? Como poco, parece complejo.